Se ha producido un
asesinato en mitad de la tarde, con un calor desbordante y seco.
El levante quemaba pestañas de
estudiantes fugados, a la hora más delirante de las dos de la tarde.
Las
obras del tranvía desenfundaban agua, en botellas de plástico que los albañiles
rellenaban.
Se
escucharon chillidos, voces malsonantes y un hombre fue estocado , con once
tajadas. Cayó desangrándose en una banqueta, de la terracita, del bar que había regentado.
No
se puede dar más tuétano por perpetuarse en un trabajo. No tendré pues, que contarles , con este
reparto, que la vida no es regalada en Chiclana. El paro asola. Y las grandes
multinacionales, ofrecen bocadillos de plástico a precio de carnaza.
Los bares
pequeños, como “la taberna la Lola”, son ruina y pasan de mano en mano, hasta
que se llagan.
Es
la crisis y la economía mundial que deja a las familias sin padre que las
cuide, ni dé por ellas la cara.
Ayer
murió un trabajador, atado a la cuerda de una barra. Un Jesucristo moderno, de
andar por casa, que en vez de clavos, le regalaron cuchilladas.
A
la condena de un negocio que ya lo es, súmenle las horas de espera, el miedo a
quebrar y el cansancio de un calvario , con horas quemadas de poner copas.
No
lo ha matado el socio asestándole once puñaladas. Lo ha asesinado el enfrentar
la vida, el pelear por lo que uno quiere, aunque te lleve a la ruina.
Pedro
Barragán irá por conducto directo de ánimas de purgatorio, a los cielos donde
no hay esperas, ni pies cansados, ni jefes que te gritan por la caja,
desfondada. Se quejará su espíritu de no haberlo visto venir, de su huida
fracasada, de su muerte asesina.
A José Antonio Mesa que lo dejó saeteado de
espinas , lo espera la trena, la deshonra y la lacra, de no llamarse Pantoja ,
ni tener a los periodistas esperando.
No valdrán nada sus declaraciones, cuando
salga tras años encarcelado. No valdrá nada el arrepentimiento ni que se
entregase, porque su socio, ya estará perpetuamente enterrado.
Nuestra
Andalucía de bote de aceitunas y traje de faralaes, se ha estrenado, en una
Chiclana, que quiere auparse las faldas y entrar en la modernidad, de unas vías
de tranvía que la partirán como a una nuez logotomizada.
La sangre ha corrido ,
libre y ufana, pero no la ha visto sino una testigo que esperaba con su perro a
la entrada. Supo esa señora que la muerte estaba presente a las dos , cuando el
sol abrasaba.
"La taberna La Lola" ya tiene su virtud perdida, su nombre
manchado en tinta negra y roja y su muerto enlutado.
Pedro de 46, el más majo, ya no pondrá más cubatas a descerebrados, ni
tendrá que aguantar fanfarrias de desheredados, ni escuchará las quejas de la
parienta por llegar tarde y cansado.
Ya no verá a su hija terminar el grado, ni
a los chicos dando certeros balonazos. La vida pasó página para él, porque de
una bronca se pasó a las cuchilladas. El reloj de la Lola se paró, a las dos de
la tarde, cuando los albañiles pespunteaban con el pico y la pala.
No será la Lola elegido al azar para levantarlo de la ruina Chicote, ni
se pelearán los socios ante las cámaras, porque el local está como medio
perdido en el callejón de una rosa que ahora está desmochada.
Se ha producido
un asesinato. Ya no hay fotos que descargar en facebook de la Patiño con Gema
López. No hay nada, más que dolor, sin cuadros de exposición, ni guitarritas
flamencas.
Pedro
Barragán ha visto el cielo de estar muerto , como los toreros, donde más ha
padecido , que no es vida estar atado a una barra de un bar, con los pies
matándote por dentro.
Una crónica negra con toda la crudeza de la vida de los que se ganan la vida con sudor y sangre...
ResponderEliminarLo has descrito muy bien. Un abrazo
Un abrazo enorme y muchas gracias, Alondra.
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