Los carritos de los
supermercados ruedan por encima de la tierra haciéndola girar, llevando
mercancías que echarse a la boca , con que alimentar los sueños.
Los de
Delfhi los pagan, los jornaleros no, pero la gente sigue peregrinando en
caravanas hacia Cáritas, donde dan de comer por el módico precio de pedirlo sin
aspavientos.
No es plato de gusto llegar a rebasar los
límites que nunca rebasaste, pero nos hemos convertido en cariátides asexuadas,
sin raza , ni condicionamientos sociales, todo paro, todo ERES y todo desahucios , llevando sobre la cabeza un
ensamblaje que nos oprime y aprieta, esclavos, como ellas, de una vida perpetua
que nos aplasta y engulle, sin dejarnos una vía de salida.
Caria
era aliada de los persas durante las guerras médicas y por su derrota fueron
sacrificados a la muerte , ellos y a la esclavitud, ellas. Para perpetuar el
castigo, se las esculpe a ellas, en
lugar de columnas típicamente griegas, para que estén condenadas durante toda
la eternidad a aguantar el peso del templo.
No aguantamos nosotros, sobre las cervicales, el peso de ningún templo,
no aguantamos, sobre nuestras hastiadas cabezas, más que la eternidad que es la
vida, el no tener dinero, el ingeniar cómo sobrevivir , el soportar la subida de
los impuestos, la caída de las ayudas, la falta de subvenciones y la escasez de
trabajo. Puede que solo
seamos eso , cariátides en lucha perpetua, modélica , para liberarnos y que se
vaya -al perro suelo- el templo que nos aprisiona, ese que nos aplasta
invalidando nuestra esperanza, empañando lo que seremos.
Estamos
en una época en blanco y negro, película lejana de Buñuel revenido y
acartonado, agria y sucia época lejana en la memoria , con escasez, con gente
peregrinando, con sanidad restringida y pensionistas temiendo, porque el miedo,
el mísero miedo, se nos ha metido bajo los huesos y se ha hecho células madre y
nos ha invadido hasta en los sentimientos y ya no tememos un golpe de estado,
ni la falta de democracia, sino la falta de futuro para poder sacar adelante a
los nuestros.
Las banalidades- pan y circo- nos atontan, el consumo de drogas y
alcohol ha subido, porque lo malo es duro de tragar sin algo que atonte los
sentidos .
Juguetes rotos, destrozados , los que se sumaron al
carro de la fama , juguetes rotos los que compramos piso, los que empeñamos
alma, los que juramos vivir como los ricos, los que derrochamos en vida porque
vivimos; Ganadores ellos, los que nos engañaron, los que conservan su escaño,
los que tienen fincas, los que pagan coches y palacetes, los que pisan los
juzgados con escolta del primo de Zumosol, los que aún asesinos se les llena la
boca de blasfemia humana, porque clama al cielo que tengan tan poca vergüenza
con la que está cayendo.
El
poder se ha revenido y nos ha estallado en la cara , no la burbuja, sino las
ganas de poder, ese poder que asciende y trina, que llena noticiarios con
videos en la red, que esconde verdades y saca necedades, el mismo que ha
excarcelado a Bolinaga, más bolinaga que nunca, más bola de ciego en el boquete
de una mesa de billar, que juegan a dos bandas, dejando a los que los auparon
con dos palmos de narices, más víctimas que nunca, más cornudos y apaleados,
que cuando mataron a los suyos. Nos
desangramos, pilastra humana, vendida y mancillada, porque rebuscamos en los
cubos de basura, nos bebemos los rancios alcoholes que nadie quiere y enviamos
fuera de nuestra frontera lo que aún tiene algo de valor para nosotros. Ellos
se jactan, nos retan, se enorgullecen de habernos hundido, de seguirnos
poniendo peso sobre las cabezas y encima se nos sientan en lo más alto y claman
al cielo para pedirnos que aguantemos, porque aún queda-según ellos- un largo
camino por andar.
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