Tenemos la cabeza
metida en un agujero y no la sacamos ni para respirar. Internet destituye
mandatarios porque los que nos mueven los hilos nos ponen miguitas de pan para
que confundamos y movamos la miseria adonde ellos quieran. No hemos cambiado
nada porque los que mandan transmutan careta pero siempre convergen en la misma
dentellada. Somos unos ilusos y nos quedamos tan frescos. Señalamos con el dedo
porque nos gusta señalar, creyéndonos impunes cuando somos meras marionetas de
opinar, de vestir, pero sobre todo de gustar. Queremos ser algo
diferente de ese maremágnum de cuerpos lastrados que se vierten por la red
igual que lava ardiendo de un volcán subliminal que hemos mamado desde la
infancia.
Nos adoctrinaron con una pantalla de donde sacábamos diversión, sorpresa
y cotidianidad, porque siempre estaba
ahí cuando había penas, pero también cuando tocaban alegrías. No nos dimos
cuenta de que esa pantalla se nos metía bien dentro, pudriéndonos. No nos dimos
cuenta porque ya estaba insertada en nuestro ADN y ya solo quedaba que se
extendiese para matar nuestra alma.
No hemos cambiado nada, solo hemos movido la basura de sitio. Como la
caja de plátanos que transportaba droga. Monos idiotas que se afanan por
prosperar, por quedar bien ante todos, por estirar pellejo y sonreír hasta que
viene un ladrón de 25 años que (para robarnos el bolso) nos tira patas arriba,
partiéndonos los dientes y media boca. Solo saldrá una escueta nota en prensa
que dirá que perdimos molares en ese viaje, porque un camarero tuvo a bien
pararle cuando se cayó el muy mamón. No el camarero, sino el ladrón que nos lo
robó todo como la vida, comiéndosenos a poco que quiera. No estoy de luto- sino
enlutada- por todos nosotros porque la Feria es lo que trae…etílica, política
en chaqueta, sexo tieso y cacharritos que me parecen trampas mortales para
distraer a incautos. Como internet donde se debate en tiempo real lo que nunca
cambia como las mordidas por dentelladas, la rotura de molares o si es hermoso un
pubis depilado. Es la ciencia de la transfiguración, el hacer la puñeta en
diferido, el hacer amistades que duran un like y no nos ven nunca. Es el
eufemismo de la cleptomanía en un político que se dedica a divagar, a vestirse
de mártir, a morirse en un balcón a 50 grados, porque ya no puede tragar más
desidia, mas desanimo, ni más mentiras que nos han regalado. Dara igual. Siempre
lo da, porque somos usables, evaluables y desmemoriados. Sobre todo para los de
las cunetas a los que apisonamos como a Marta del Castillo para que no difunda
su verdad, de lo que fue y lo que le hicieron. No es una metáfora sino un sindiós
en un país donde no hay querencia ni por patria, ni por Rey, ni por Dios porque
nos hicieron a imagen y semejanza de los “me gustas” y los seguidores, del
pantallazo y el video más guay. Con teléfonos rojos de Perogrullo y programas
que dan el “do de pecho”.
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