Parece que ha pasado y
los cenutrios se pueden recoger en paz, pero permanecemos. Si no mírenme a mí
que estudie segregada y ahora disparo sin balas. El
día- en que todas las mujeres nos debemos enorgullecer por el hecho de serlo-
pasó pero quedamos porque ya no nos vamos a ninguna parte donde antes quisieran
recluirnos.
Como les dije nací en épocas oscuras donde oías ..”las mujeres a la
cocina o la cama” casi antes de que se te despegasen” las lolas” de las
aureolas mamarias. Era un mundo tan machista que las mujeres se destapaban para
saciar apetitos de trol, jactándose encima de ello. Te daban un refilón en el
autobús y solo tú te dabas cuenta. Y encima te avergonzabas mientras el agresor
se iba de rositas. No
había coto para los cazadores, porque todo estaba permitido si habían nacido
como padres, maridos o hermanos. Así que ahora nos temen y abroncan- esos que
se acostumbraron a culminar la pirámide machista de los despropósitos- a ver si
el tiempo se pliega para ventaja de ellos. Pero ya les digo que nos quedamos
porque nos duelen los ovarios de aguantar gansadas, de que nos pasen por encima porque el sistema
les protege y cada logro nos cueste sudor, lágrimas y sangre. Que se llamase
“violencia machista” a lo que en “el Caso” era portada nombrándolo como “crimen pasional” era la normalidad
existente en un tiempo ingrato en el que las mujeres cayeron como fruta madura
de la intolerancia, la dejadez de muchos y el desaliento de muchas. Nos ha
costado como siempre cuesta cuando te
infravaloran para apartarte del camino no seas que prosperes. Es cierto que las
mujeres lo queremos todo, como decía Amparo Butrón hace miles de años, cuando aún
ella y yo estábamos deseando un Príncipe azul que nos diera lo soñado, como habíamos
mamado en nuestras casas. Luego las dos- y otras muchas como nosotras-
entendimos que el Príncipe azul éramos nosotras mismas, tan libres y
victoriosas como cualquiera de ellos. Ahora Amparo es directora de un colegio público
y yo tecleo mi impotencia porque el que más quería voló de mi lado siendo tan
igual y parejo a mí que parece que me he quedado solo con la mitad del alma.
Queda mucho por cambiar, mucho por igualar, no solo en trabajos, en
retribuciones, sino también en conciencias…Pero lo conseguiremos. No tengo
ninguna duda porque los que han crecido como nosotras a golpe de libertades no
son cenutrios raspadores de machadas sin tono, sino iguales. Ese es nuestro
mayor logro… No hacernos a nosotras mismas desde nuestros miedos, sino además enseñarles
a ellos implicándoles en roles que nos habían adjudicado por el hecho de nacer
mujeres. Solo
en igualdad se dará el caldo de cultivo que nos permita crecer como personas
completas sin limitaciones por géneros. Porque siempre fuimos iguales y libres
para llegar donde quisiéramos Huelga decir que permaneceremos. Todos los días
del calendario. Que no les quede ninguna duda.
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