Una brasileña vende su
virginidad a quien más pueda pagarle por ella. Es negocio no placer, no se me
confundan. En esta vida todo es negocio pero éste antiguo con ganas. La chica
no se sabe quién es, ni si tendrá el precinto sellado con garantía, pero lo
importante es que estamos en el XXI y aún seguimos dándole vueltas a la honra
de la camisa. Leticia Ortiz llegó
a Reina de divorciada, habiendo tenido un marido de su época liviana. De Felipe
no sabemos nada porque esto de la virginidad es de género femenino, singular o
plural. No
se crean que es atávico y viene de la tradición cristiana con Vírgenes llorosas
de velones enlutados, que ya antes iba
de la mano de todos aquellos que miraban a las mujeres como a los caballos para
ver quién los montaba primero. Es
cabreante que siga pasando, que la palabra prosperar vaya ligada al hecho de
vender “machadas” para sacar a una madre de la pobreza usando lo que la
naturaleza regala.
Hímenes de quita y pon si tienes el suficiente dinero como en Arabia,
hímenes garantizados con ablaciones -a niñas a las que aún no despuntan ni los
senos- si tienes la desgracia de nacer pobre y africana. Hemos pasado por
mucho, muchas se han sacrificado, pero aún parece que hay que demostrar
inocencia y candidez de hembra sometida para que el puro macho ensartador nos
desvirgue de un plumazo.
En
“Pretty Baby” en el 78 se subastaba la virginidad de una Brooke Shields a modo
de lo que ahora hace la brasileña pero sin intermediarios(que sepamos). Ya les
digo que es tema viejo porque mola a gente tan rancia como las humedades de las
paredes y los cotilleos rurales. El blanco simboliza eso en las novias y
también el rito iniciático de las bodas calés con el ajuntamiento o el
pañuelito manchado con la sangre de la virgen desvirgada. Tradiciones que rompen
y rasgan libertades y respetos, que no se les exigen a ellos porque vienen sin
precinto de fábrica, dispuestos a darlo todo en el arte amatorio sin coberturas,
ni límites. De eso también ha hablado la sacerdotisa del virgo subastado,
pidiendo un macho que la cuide y esté sanito, no vaya a coger la criatura una
vulgar venérea. Tras el rompimiento no sabemos qué pasará porque lleva ya buen
dinero apalabrado, así que lo mismo dice que pone hasta un negocio. Ya ven para
lo mucho que da un cacho de membrana, que en caso de castidad extrema permanece
pegaba a la vagina, relegada perdida. Es de” imaginario popular” como diría
Téllez porque si se paran a pensar es de tontos dar dinero por acostarse con
una virgen. Pero de tontos de capirote dignos de ser engañados, estafados y
recauchutados como siempre lo fueron los que escatimaron a las mujeres sus más
íntimos derechos, su propio cuerpo y libertad con prejuicios de letanía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario