jueves, 8 de febrero de 2018

VIRGEN DE PASO


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Una brasileña vende su virginidad a quien más pueda pagarle por ella. Es negocio no placer, no se me confundan. En esta vida todo es negocio pero éste antiguo con ganas. La chica no se sabe quién es, ni si tendrá el precinto sellado con garantía, pero lo importante es que estamos en el XXI y aún seguimos dándole vueltas a la honra de la camisa.                                                                                                                                         Leticia Ortiz llegó a Reina de divorciada, habiendo tenido un marido de su época liviana. De Felipe no sabemos nada porque esto de la virginidad es de género femenino, singular o plural.                                                                                                                                       No se crean que es atávico y viene de la tradición cristiana con Vírgenes llorosas de velones enlutados,  que ya antes iba de la mano de todos aquellos que miraban a las mujeres como a los caballos para ver quién los montaba primero.                                             Es cabreante que siga pasando, que la palabra prosperar vaya ligada al hecho de vender “machadas” para sacar a una madre de la pobreza usando lo que la naturaleza regala.                                                               Hímenes de quita y pon si tienes el suficiente dinero como en Arabia, hímenes garantizados con ablaciones -a niñas a las que aún no despuntan ni los senos- si tienes la desgracia de nacer pobre y africana. Hemos pasado por mucho, muchas se han sacrificado, pero aún parece que hay que demostrar inocencia y candidez de hembra sometida para que el puro macho ensartador nos desvirgue de un plumazo.                                                                                                          En “Pretty Baby” en el 78 se subastaba la virginidad de una Brooke Shields a modo de lo que ahora hace la brasileña pero sin intermediarios(que sepamos). Ya les digo que es tema viejo porque mola a gente tan rancia como las humedades de las paredes y los cotilleos rurales. El blanco simboliza eso en las novias y también el rito iniciático de las bodas calés con el ajuntamiento o el pañuelito manchado con la sangre de la virgen desvirgada. Tradiciones que rompen y rasgan libertades y respetos, que no se les exigen a ellos porque vienen sin precinto de fábrica, dispuestos a darlo todo en el arte amatorio sin coberturas, ni límites. De eso también ha hablado la sacerdotisa del virgo subastado, pidiendo un macho que la cuide y esté sanito, no vaya a coger la criatura una vulgar venérea. Tras el rompimiento no sabemos qué pasará porque lleva ya buen dinero apalabrado, así que lo mismo dice que pone hasta un negocio. Ya ven para lo mucho que da un cacho de membrana, que en caso de castidad extrema permanece pegaba a la vagina, relegada perdida. Es de” imaginario popular” como diría Téllez porque si se paran a pensar es de tontos dar dinero por acostarse con una virgen. Pero de tontos de capirote dignos de ser engañados, estafados y recauchutados como siempre lo fueron los que escatimaron a las mujeres sus más íntimos derechos, su propio cuerpo y libertad con prejuicios de letanía.

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