No sé si saben que en
Sanidad cada vez hay más agresiones, incluso físicas. No van dirigidas en su
mayor parte contra el personal de oficina sino sobre todo a sanitarios al pie
de cañón, preferentemente de sexo femenino.
Les parecerá moda o causalidad, pero no , es la bordería que impera en
nuestra sociedad donde la educación es materia ignorada y hasta defecada. Es
tan rara avis que cuando se ejerce, la gente te mira con tanta extrañeza que
hasta pareces salido de una película de los cuarenta. No les estoy hablando del
“por favor” y “gracias” de Barnie- el dinosaurio rosa y verde fluorescente que
hacía las delicias de mis hijos en preescolar- sino de la habilidad natural
para llegar a un sitio y no emprenderla a patadas verbales con todo lo que se
menee. Hay gente que es muy borde, como sistema de medición de emociones o como
forma de hacerle pagar al mundo que no tienen lo que quieren, lo cual estoy
segura ni ellos mismos saben qué es. El borde – al contrario que sus víctimas-
suele ser masculino, prepotente y de condición
retorcida como el sarmiento. También hay féminas, pero la borde es más capulla
que violenta, más mal hablada que física y pertrechada –las más de las veces-
por alguien corto de miras y adobado de musculatura. Si los viéramos en forma
comic serían el perro chico que muerde al grande para que éste se enfurezca. Se
pueden entender muchas cosas, pero no que se llegue a un hospital para agredir
a los que intentan ayudarte, a ti o a tus seres queridos. Pero así es, igual
por falta de principios o porque no eres capaz de controlar ni lo que sale de
tu boca. Enfermer@s y
medic@s, destemplan -al parecer- a los usuarios de servicios sanitarios. Casi
el doble que sus compañeros masculinos, las mujeres, lo cual hilando fino no es
más que machismo en barra. Pero no crean nadie
se salva de la refriega, porque están creciendo alarmantemente no ya los
insultos, sino también las agresiones puras y duras. Es éste un mundo loco, donde los más
idiotas llevan el palo de la baraja apuntando; Donde los violentos pegan
patadas en la cabeza a un chaval -de veinte- a la puerta de una discoteca con
anabolizantes en vena, musculitos de tres al cuarto que deberían hincharse a
codazos estudiando para imitar a la gente que se saca un grado en Medicina o Enfermería
a fuerza de pelarse las pestañas, con guardias interminables, con recortes y
recortables que no dan para nada. No tengo idea de cómo parar la ignorancia, la
prepotencia o la violencia que generan , más que con el ejercicio de la Ley y
la educación a paletadas. No sé cómo decirle a un hij@ que estudie, se prepare
machacándose para sacar una plaza en un hospital o ambulatorio -aunque sea
recortada- cuando es profesión de riesgo como ser policía o bombero, por culpa
de la mala baba.
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