lunes, 13 de febrero de 2017

SEXO CURABLE

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 No quiero que me curen de soñar, ni del dolor de perder a quien más me amaba.           No quiero curas sin sentido que se saquen de la manga magos del dinero y la prepotencia para decir a los demás qué hacer con sus vidas.                                                          No sé si saben que han conseguido – a base de firmas-que no se dé una conferencia en la UCA sobre los adolescentes.                                                                                                   Han pretextado los opositores que era porque el conferenciante -un doctor de la Universidad de Navarra, al parecer perteneciente al Opus Dei- basaba sus afirmaciones sobre el origen de la sexualidad en trastornos mentales, desafectivos y de personalidad. No es todo, porque también habla de la importancia de no masturbarse o de la diferencia entre el amor y el enamoramiento, danzando en el filo del cuchillo del sexo.                                Si me siguen mínimamente ya saben que lo que pienso de la gente que cree que la homosexualidad es cuestión que va más allá de algo dado como el color de ojos.                       De que el origen esté en un trastorno sea cual sea, me ofende gravemente.                                Pero sí les diré que el sexo es impío por naturaleza, ladrón y embustero y por ello mismo gozoso, liberador y placentero.                                                                                      Me da igual que los demás lo practiquen como los monos del Tempú, envarándose a cada paso. No lo veo recriminable en jóvenes, más que cuando hay falta de madurez para sopesar las consecuencias de no usar medidas de higiene, protección y contención. Para mí, yerra cuando mezcla amor o enamoramiento y sexo, porque son dos países con fronteras. Amor es como un cúmulo que te abstrae, te liquida y te deja de nuevo entero, con partes compartidas, y en cambio, el sexo es tan natural y perecedero como una margarita a pie de playa. Pero claro entiendo que haya quien se asuste, que clame y den conferencias para intentar evitar lo que es tan usual y cotidiano como depilarse las piernas. Hay quien intenta adoctrinar- y no solo este doctor-para que los jóvenes se abstengan de tener sexo, porque es el único método fiable –dicen-para no contraer enfermedades de transmisión sexual. Tampoco les dejan a sus afines que se liquiden el sexo por iniciativa propia, porque la masturbación-para ellos- también es un machaque.                                     Me viene a la mente- referente a esos parámetros- el miedo de Dalí a contraer ese tipo de enfermedades en su paso por la Institución libre de Enseñanza y que luego de probarlo con Gala ya no había forma de apearlo de la danza.                                                    Yo misma le digo a mis hijos e hija que tarden lo más posible en tener descendencia, sobre todo por cómo está el empleo de precario y lo caro de la vida, aunque solo es verlos madurar por fuera y ya les estoy enseñando el buen uso de los métodos anticonceptivos, porque querer convencer a un joven en la continencia me parece surrealista.                                                                                                                            Se darán cuenta de que no estoy entrando en los comentarios de este señor sobre la homosexualidad porque ya les digo que me embalo. Me suena demencial decir que por tu preferencia sexual tendrás ansiedad o depresión, cuando conozco depresivos precisamente por no tener las cosas claras a nivel sexual. Lo de la promiscuidad no sé si es ya rancio o envidia, que creo que las dos cosas.  Ya les digo que si no fuera tan ofensivo, tan malicioso el lenguaje, tan estereotipada la puesta en escena, sería hasta cómico como un tío diciendo  chistes muy malos en el Club de la comedia.                Solo que era en la UCA y no se le puede regalar el respaldo y prestigio de esta institución a semejante estropicio de ideas. Por eso estoy muy de acuerdo con la iniciativa de la delegación de alumnos de la UCA que van a crear un protocolo de actuación sobre la cesión de espacios, teniendo en cuenta el uso al que van a ser destinados.                                                                                                                                    No sé ustedes, pero a mí que no me curen de nada, ni del sexo consentido, ni del amor sobrevenido, ni de las ganas de opinar. Ni siquiera del dolor de la pérdida de mi amado que es tan mío como mi color de ojos o mi preferencia sexual.

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