He visto una foto en la
que se desdibujaba una cría que podría ser mi hija. La portaban manos
trabajadas y sufridas por el desencanto, manos de madre de asesinada. No por un
accidente mortal, no por una enfermedad, sino por la barbarie de un
machista. Sé
que lo tenemos difícil, que cobramos menos, que los hijos nos tocan a nosotras,
que la Historia nunca estuvo de nuestra parte, pero porqué tenemos que morir en
el intento de ser iguales.
Dijo
Sofie Scholl que “la mano que mece la cuna, mece el mundo”. Entonces por qué
nosotras no lo mecemos entre nuestros pechos, sino que nos apalea y maltrata,
nos corta el cuello, nos hiere a hachazos o nos estrangula para que – encima-no
nos quejemos.
Por qué tengo que ver fotos de mujeres asesinadas por intentar ser
libres por entero, por decidir su futuro, por decir en voz alta con quién
quiero estar y con quién no. Por qué
la muerte gillotinada de la Scholl- por los fascistas que odiaban a los que se
decían iguales a ellos- no nos sirve de referencia para matar esta indignidad
que es derramar sangre inocente sin que pase absolutamente nada.
Yo antes hablaba a los machistas a los que odiaba, intentaban que en sus
cortas cabezas hubiera un solo pensamiento de respeto, ahora solo lloro por
ellas mientras miro de reojo a mi hija. Quién
puede asegurarme de que no será ella otra víctima, quién asegurarme de que un
novio, un marido o una pareja no la saetará con su violencia solo porque pueden
y le dejamos entre todos. No
es un reto de conciencia, porque no la tienen más que cuando les para la
policía, esposándolos y poniéndolos a disposición judicial , persiguiéndolos o
a pistoletazos como al último macheteador, que en plena huida hacia delante en
la monstruosidad de matar a mujer e hija , fue detenido para siempre por tres
balas disparadas. Somos la
mano que mece la cuna, las que los llevamos al colegio, las que los acogen en
su seno cuando están malitos y las que les enseñamos a querernos, a respetar
nuestras decisiones y-en algunos malditos casos- a creerse mejores que ellas, a
las que no hemos parido. Somos
madres de guardar casas, de querer hijos y de envenenarnos en la idiotez de que
no todas las mujeres somos iguales, sino que hay clases, habiendo mujeres que
han nacido para que les peguen o les corten la cabeza como a la Scholl que
habló , pensó y luchó más de la cuenta. La
mano que mece la cuna está encallada, rota y desvencijada por la envidia, el
odio y la impotencia. Criadora de hijos que matarán algún día o lloradera del
hoy que debe ir a verlo al presidio. Madres que mecen cunas de hierro, de barro
, de perdición y de agonía. Solo madres , solo mujeres que educan aunque no se
den cuenta de ello, haciendo distingos, creando diferencias, separaciones,
condenas y glorías , según te vistas por los pies o lo hagas por la cabeza. Sé
que la Historia siempre nos ha tratado mal, que siempre nos mataron los que los
llamaban incluso en prensa “crímenes pasionales”, como si querer fuera motivo suficiente
para matarte si no eras correspondido. Sé que para algunos valemos menos que un
haba y si protestamos encima nos matan como a perros sin dueño . Pero mecemos
la cuna, no se olviden, mecemos la cuna dando leche por nuestra boca , libando
la miel como las abejas desde las vísceras. La cultura, la educación, la
igualdad y la tolerancia la manejamos nosotras al compás de nuestras mecidas y
nuestro llanto. No quiero ser la madre de una víctima con nombre de semidiosa griega,
no quiero ver a mis hijos pegando a mujeres, sino como esos policías- que para
libar a la esposa de la muerte que le iba a dispensar su marido- están
saeteados y graves en el hospital con pronóstico reservado. Pronostico de
igualdad y respeto, mecidos por buenas manos.
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