lunes, 23 de enero de 2017

PODRÍA SER HELENA


He visto una foto en la que se desdibujaba una cría que podría ser mi hija. La portaban manos trabajadas y sufridas por el desencanto, manos de madre de asesinada. No por un accidente mortal, no por una enfermedad, sino por la barbarie de un machista.                             Sé que lo tenemos difícil, que cobramos menos, que los hijos nos tocan a nosotras, que la Historia nunca estuvo de nuestra parte, pero porqué tenemos que morir en el intento de ser iguales.                                                                                                                                        Dijo Sofie Scholl que “la mano que mece la cuna, mece el mundo”. Entonces por qué nosotras no lo mecemos entre nuestros pechos, sino que nos apalea y maltrata, nos corta el cuello, nos hiere a hachazos o nos estrangula para que – encima-no nos quejemos.                                    Por qué tengo que ver fotos de mujeres asesinadas por intentar ser libres por entero, por decidir su futuro, por decir en voz alta con quién quiero estar y con quién no.                                          Por qué la muerte gillotinada de la Scholl- por los fascistas que odiaban a los que se decían iguales a ellos- no nos sirve de referencia para matar esta indignidad que es derramar sangre inocente sin que pase absolutamente nada.                                                    Yo antes hablaba a los machistas a los que odiaba, intentaban que en sus cortas cabezas hubiera un solo pensamiento de respeto, ahora solo lloro por ellas mientras miro de reojo a mi hija.                                                                                                                         Quién puede asegurarme de que no será ella otra víctima, quién asegurarme de que un novio, un marido o una pareja no la saetará con su violencia solo porque pueden y le dejamos entre todos.                                                                                                                     No es un reto de conciencia, porque no la tienen más que cuando les para la policía, esposándolos y poniéndolos a disposición judicial , persiguiéndolos o a pistoletazos como al último macheteador, que en plena huida hacia delante en la monstruosidad de matar a mujer e hija , fue detenido para siempre por tres balas disparadas.                                                     Somos la mano que mece la cuna, las que los llevamos al colegio, las que los acogen en su seno cuando están malitos y las que les enseñamos a querernos, a respetar nuestras decisiones y-en algunos malditos casos- a creerse mejores que ellas, a las que no hemos parido.                                                                                                                          Somos madres de guardar casas, de querer hijos y de envenenarnos en la idiotez de que no todas las mujeres somos iguales, sino que hay clases, habiendo mujeres que han nacido para que les peguen o les corten la cabeza como a la Scholl que habló , pensó y luchó más de la cuenta.                                                                                                                                  La mano que mece la cuna está encallada, rota y desvencijada por la envidia, el odio y la impotencia. Criadora de hijos que matarán algún día o lloradera del hoy que debe ir a verlo al presidio. Madres que mecen cunas de hierro, de barro , de perdición y de agonía. Solo madres , solo mujeres que educan aunque no se den cuenta de ello, haciendo distingos, creando diferencias, separaciones, condenas y glorías , según te vistas por los pies o lo hagas por la cabeza.                                                                             Sé que la Historia siempre nos ha tratado mal, que siempre nos mataron los que los llamaban incluso en prensa “crímenes pasionales”, como si querer fuera motivo suficiente para matarte si no eras correspondido. Sé que para algunos valemos menos que un haba y si protestamos encima nos matan como a perros sin dueño . Pero mecemos la cuna, no se olviden, mecemos la cuna dando leche por nuestra boca , libando la miel como las abejas desde las vísceras. La cultura, la educación, la igualdad y la tolerancia la manejamos nosotras al compás de nuestras mecidas y nuestro llanto. No quiero ser la madre de una víctima con nombre de semidiosa griega, no quiero ver a mis hijos pegando a mujeres, sino como esos policías- que para libar a la esposa de la muerte que le iba a dispensar su marido- están saeteados y graves en el hospital con pronóstico reservado. Pronostico de igualdad y respeto, mecidos por buenas manos.

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