viernes, 11 de diciembre de 2015

LA HIJA DE JUANA


Fue una niña como las demás, risueña y aplicada. Fue al colegio y luego al instituto. Un mal día se encontró con él y pensó que la quería. Ahora muere destripada y rota por la canallería de creerse dueño del mundo, el muy cobarde.                                                                  No importa que le segara la vida a puñaladas traperas o matándola a golpes de boxeador fracasado, solo su vida, derrapada como los coches que no son de carrera en los bolos de secundarias.                                                                                                                                          Dejó hijos sin madre ni padre, solo de abuela llorona que inmortalizará tanto dolor colgando una foto eterna , en la pared de su saloncito.                                                                Para siempre se quedará la hija de Juana en los ventitantos, fotograma en negativo de una vida que no fue porque él no quiso.                                                                                                  Pasará pronto la noticia porque hay elecciones y es más importante velar a los del debate y las encuestas , que ponernos a pensar qué hacemos para salvar a las demás hijas de Juana , de tanto desarrapado de madre.                                                                                    No escucharán hablar de ellas en ningún medio más que para hacer valer dolor de pocos pixeles al cuarto, de localidad y hecho, que la hija de Juana es invisible y se vende a bajo precio.                                                                                                                                Fue una niña risueña y aplicada, el ojo derecho de sus padres, pero llegó él y la segó por entero , porque le dio la gana y ni la orden de alejamiento, ni la opinión publica, ni la pena de cárcel la libraron a ella, que no gritó, ni le dio tiempo de llamar a los civiles. Otras sí, porque claman en arameo y pelean y huyen si hace falta, que la vida es muy larga para regalársela a un idiota. Esas se salvarán, para hacerse viejas, para tener nietos y otros amores, para sujetar pancartas alusivas con el nombre de la hija de Juana y lágrimas en los ojos,  porque otro hijo de Caín ató las alas de una alondra.                           No hagan caso de que reniegue, porque estamos en elecciones y esta página volará a la papelera y la hija de Juana ya está condenada. Todas estamos condenadas, por creer a malas sangre, por darles la espalda y que nos tiren por balcones y nos maten a puñaladas.  Todas somos las hijas de Juana, todas pidiendo clemencia mientras nos golpean en la cara, mientras nos patean, mientras nos tapan la boca para que los vecinos no sepan, que el que nos guarda , nos maltrata.                                                                Es época de elecciones y no va en los programas, no va en las encuestas, no sale más que en portadas negras y malvas, de pancartas sentidas, de asociaciones que pelean, de mujeres guerreras que batallan, de miles de posibles Juanas esperando que su hija sea muerta por las manos que decían amarla.                                                                                                                          Fue una niña como las demás, puede que lo siga siendo, porque voló como solo saben hacer las alondras, mar adentro, huyendo de un marinero, que quería segarle las alas, para hacerse con ellas un llavero.           

2 comentarios:

  1. Curiosamente han sido quienes defienden que esta tragedia que desgranas quienes han traído esta lacra al candelero de la agenda electoral, puede que solo sea ruido interesado de quienes les han caído encima, quizás, pero por ella y tantas como ella necesito pensar que esta vez vamos a levantarnos todas contra ellos y no estaremos solas.
    Un abrazo

    ResponderEliminar