Vientos de guerra
inundan las páginas de los rotativos. No los vemos claramente y es bueno,
porque no nos amargamos como vino en tonel, a la espera de fermentarse. Los
políticos en cambio, tan ufanos ellos, solo piensan en el poder. Por eso antes
de entrar en el circo de los romanos, están esplendorosos como las princesas
Disney y luego de catarlo son abducidos y secados, como uva pasa.
Para los que andamos entrampados, la vida sigue con una normalidad que
da gusto, lejanos los sucesos que nos recuerdan que la muerte llega, de
improviso y porque otro quiera. No la hemos visto más que pixelada, por eso no
nos impresiona, que no es el Sálvame con sus episodios nacionales que encoger el
pecho.
Atrapados estamos en la cotidianidad, en los eslóganes, en las modas y
las temporadas que crearon genios comerciales para forrarse los bolsillos.
Luego estallan las bombas en suelo vecino y se esconden los cadáveres,
se les tapa y protege de miradas sorpresivas y lágrimas demoledoras.
Atrapados estamos en la
tela de araña que conforma nuestra vida, nuestra rutinas, la seguridad que nos
da lo que hacemos reiteradamente, para no recordar que nacimos sin nexo
esqueleto y que solo las cucarachas nos sobrevivirán en este planeta, adobado
de hecatombes.
Los políticos en cambio, ufanos ellos, discuten como niño de colegio,
sin ver la regla de la señortita, sin rincón de pensar, ni visita al despacho
de la directora. Los
que andamos entrampados, estamos hartos, revenidos como polvorón en junio del
año postrero, con sabañones mentales y saliva agridulce. Mientras
la volatilidad se acerca, no nos hermanamos, sino por una foto subida de otra
foto compartida, que alguien inventó y que creyó que sería el único
espermatozoide en arribar a la sagrada fama que no existe desde que los
interneses cabalgan a su aire.
Nos gustaría volar, pero no por los aires. Nos gusta volar y muchos lo
hacen con parapente, con alas mágicas, hasta con la imaginación, pero no en
ataúdes con la bandera de nuestro país puesta por solapa. Nunca
quisimos ser héroes, ni nos lo preguntaron, sino peones básicos de una jugada
internacional que se nos escapa como las arenas del tiempo entre los dedos de
las manos. Vientos
de guerra inundan las noticias, piezas de un ajedrez convulso e inquieto que ya
no le basta con hacernos bailar , con la economía por los suelos.
Los trabajos siguen en precario, Europa no da a basto para alimentar
bocas, el racismo y la xenofobia cogen carrera, mientras hacemos la compra en
la tienda de la esquina. Los políticos no, porque ellos, ufanos,
componen la cara y salen en la televisión diciendo mamadas, prometiendo cielo y
tierra y lo que sea, que les regale sillón de posaderas, donde absorber esencia
de poder, que le devore transmutados en uvas pasas, poltroneras.
Ya ha calado en el tonel del vino la mycoderma aceti . La fermentación
ha comenzado, muy pronto el vino transmutará en vinagre resabiado.
Dos realidades que solo se cruzan cuando la segunda, la que contemplamos de lejos, se acerca a cobrar el tributo de nuestros muertos, siempre los nuestros.
ResponderEliminarUn saludo