Una top model ha perdido seguidores , porque
ha empezado a mostrar la verdad. Como dice mi amiga la
rumana, hablando de su hermano que tiene una discapacidad que le hace incomodar
a los demás a base de sinceridades, la verdad está muy sobrevalorada.
"No puedes ir por ahí, echándole la verdad a la gente a la cara,
porque es desagradable", entona a modo de mea culpa , a las nueve de la
mañana.
Es cierto, la verdad nos incomoda . A base de ser superfluos y fatuos
nos estamos echando a perder , sin que nuestro hedor nos espante. Deberían
adoctrinar en las iglesias sobre esto, pero es época de comuniones, de dar
fechas para la celebración y establecer presupuestos.
Todo ha perdido esencia, las buenas obras, trasmutadas por imágenes
impactantes y cirios; La inocencia de los niños, por los regalos, los dulces y
pastelillos. Y así podríamos continuar con los refugiados a pie de concertina y
los racimos de explosivos pendientes de nuestro cuello patrio. Ahora nuestros
dirigentes pretenden marchar a pie de batalla, porque les interesa y será la
fatiga de los nuestros la que pague el peaje, sin mentiras solo arena, sudor y
sangre.
La
verdad no tiene vistosidad ni ambages, solo es una chica de veintipocos
quitándose el vello facial con una tira de cera y no un ángel amoroso con alas
de purpurina, kilos de menos y sostenes de diamantes, paseándose como sueño
prohibido de cincuentones ajados y anoréxicas.
No nos gusta que el hermano de la rumana nos pregunte que por qué le miramos
tan fijamente, estúpidos de nosotros que nos creemos superiores o dignos de
compadecer a quien no le llegamos a la suela de los zapatos.
La verdad son los abusos, los maltratos, las vejaciones, los hijos dando
morcilla, las amigas apuñalando, el poco dinero, los contratos de caca, las
muchas horas en el curro, los tíos bragas, los convites a ver lo que cae, la
envidia y el desprecio, las navidades para trabajar de temporero y luego
gastártelo en celebraciones.
La verdad nos embarra y nos hace ver que estamos rodeados de ruina y
maldad y empezamos a divagar y difuminar los bordes cortantes para respirar y
no ahogarnos de ansiedad de no poder vivir con lo que tenemos.
La top model se cansó de ser maravilla y de depilarse el bigote en la
soledad de su cuarto y lo grabó y lo emitió para escarnio de los que la veían
como sueño tapadera de una noche de verano. Porque los deseos son efímeros e
irreales, y no queremos que nadie nos los jorobe.
La verdad es mala, porque
está ahí afuera con todos nosotros de testigos, mirándonos desde la luna del
espejo y plagiándonos la cara, los ojos y las cejas.
Por la noche la dejamos salir de nuestras tripas y la descargamos por la
almohada , desparramándose a su placer cubriéndonos por entero como amante
furtivo que supiera nuestros secretos. A la mañana siguiente solo es tocar el
despertador, ya nos recomponemos, tomamos la mascara del tocador y nos la echamos
encima, ajustándola para que nadie la vea.
Creemos que si nos ven como somos perderemos seguidores de papel, amigos
de toda la vida, los cargadores de la hermandad y la tertulia de antes de la
catequesis, el marido infiel que se trasluce por las entretelas y gran parte de
la familia.
Lo peor es que nos hemos perdido a nosotros mismos, caminito de la
espera de años por venir, trabajos por dejar y amores que matan si no vuelan.
Seguramente nos recompondremos y pondremos buena cara y sonreiremos y estaremos
para inmortalizarnos en una foto en sepia que diga quiénes fuimos y cómo reímos
y vivimos, cabeza tiesa y mentiras a cuestas.
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