viernes, 20 de noviembre de 2015

CON EL CAMBIO CLIMÁTICO


Estoy pensando vender el piso y comprarme un pueblo perdido. De aquí a nada, me llamarán loca, pero después de cien años, tendré vistas a la Bahía. Qué son cien años, más que un apretón de caras y un dislocarse los huesos. Pero ...¿y las ventajas?. En los primeros veinticinco , no veré a nadie. Como mucho a pastores trashumantes y gente que se pierda en las cercanías. Pero cuando me asalvaje, y me vean, ya no vendrán más , dejándome sola y descompuesta , en mi trono de tierra yerma.                                                      Me llevaré gatos y perros, que me harán compañía y a la Sombra si quiere, para que se haga piedra conmigo, que no hay crucero que valga lo que la libertad de estar ungido en manteca colorada.                                                                                                            La sociabilidad está muy desfigurada y trae amigos de quita y pon, convidadas forzosas y gasto en efectivo, que salen por un pico, sin pala. Así que de esto ultimo, no me llevare nada.                                                                                                                 Habrá quien sea puñetero y quiera chafarme el plan, diciendo que eso no pasará y que no subirá el nivel del mar, llegando a tanto. Fanfarrones de tres al cuarto y boca chicles, les llamo yo, que nada más decirlo ya vuelven a contaminar y a darle por las vueltas a la tierra.                                                                                                                                    Cultivaré la tierra sembrando lo que me dé la picada y crezca sin que lo cuide, que al fin soy gaditana y chirigotera de usar y tirar. No me llevaré mucha maquina y si mucho libro y lanas , que haré calceta , mientras leo, a dos manos, enrevesadas.                                            No escribiré mas que un cuento a la semana, ni artículos ni microrrelatos, que se me enganchan a las yemas de los dedos y después no encuentro cepillo que me los saque, ni restregando. No echaré en falta casi nada, porque los que me quieren de corazón estarán conmigo, en mitad de las pocas maletas que cargaré en mi furgo.                      Compraré cabras que son como yo de mente quieta y perfilada y me haré la líder del rebaño, choteando a cuerpo partido por lomas y sierras.                                                                 Será una vida mejor que plegarte a la literatura, esperar hasta que casi mueres y luego darte un galardón en billetes que no podrás casi gastártelo.                                                               A mi, que no me llamen que ya no voy a tener teléfono, ni dirección fija sino que seré como los que busca la interpol, desconocida.                                                                    Una Jane Doe con Tarzán a cuestas, sin empelotar, sino con mantas Paduana forradas de borreguitos, que no hay chimenea que me quite el frío en cuando sopla el relente.                   Podré hacer fiestas en las casa de los vecinos y seguro que aparece algún fantasma, con historias que contar , hasta las tantas de la madrugada. Rezaré en arameo para que no vengan turistas, ni hippies, ni okupas con grifa , que me van mal para la lozanía del cutis.                                                                                                                                  Hasta ahora no me había dado cuenta de que cuando mi madre me llamaba, de chica , ermitaño, no era porque corría a esconderme de las vistas, sino porque ella misma sabía que haría esto cuando tuviese la mayoría. No pudo ser porque entré por el aro y como ustedes, trabajé y crié todo lo que reproduje, pero lo mismo va siendo hora de vender el piso y comprarme un pueblo abandonado.                                                                                    Un paraje oculto, donde no haya coches , ni hospital y te mueras a las bravas de algo tan usual como reventarte un pie, y quedarte en el intento. Será malo o peor que morirte en la cama de viejo o en un centro o que te llamen y te acerquen el teléfono , postrado , para decirte que has ganado el mejor de los premios. No me guarden el sitio que quiero ver la Bahía dentro de cien años , los azules y los malvas, como buen ermitaño, dentro de mi concha, encerradita en mi misma.                                                                                         No quieran entender , que esto no explica nada, son los meses y los días, que me cansan. Los cien años , no, que me dan esperanza, cabras y perros y gatos callejeros rescatados, pienso natural y mucho espacio para pensar, para ser, para encontrar un hueco que no se deslice bajo la almohada.

2 comentarios:

  1. Hola! hoy como tenía más tiempo estuve leyendo y poniéndome al día. ¡cuánta razón tienes!... Últimamente la realidad supera la ficción.
    Sobre este escrito te diré que me gusta pasear por el campo, algún día podía visitarte, si encuentro el camino entre la espesura. Esta alondra prefiere seguir siendo eremita entre la tierra y el asfalto y escaparme de vez en cuando al mar; cuando llegue la gran ola espero que no encuentre a ninguno de quienes quiero cerca de la costa.
    Me encanta leerte me atrapas desde la primera letra. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Gracias ,cariño, un placer volverte a tener por aquí

    ResponderEliminar