La falda larga de
Susana se agitaba al viento. El pelo platino de Teófila brillaba. Y los selfies
de Kichi convidaban a los que tenían la suerte de pegarle al andamiaje. Pero era , en cambio , Florentino,
el que se llevaba la gloria de pisar con garbo, porque no hay nada como el
deporte, y el dinero que conlleva , para arrimarse al ascua que más calienta
.
Yo por mi parte
me quedé compuestita y sin columna, que el puente me robó el cachito de croché
que confeccionó con mis bobadas.
No lloro , solo debato para fermentar la masa laudada, que ya saben que
esto es pasada de oficio que cuando no mata, trina y cuando no escarnece.
Hay uno que empieza ahora con más de sesenta, y mérito le doy , porque pronosticarle
no puedo más que agorerías , en esta carrera que no es sino atropelladero de
ganas. El puente no unirá a
los políticos, ni sacará a la Bahía de la ruina, como mucho le meterá gases
contaminantes y las mojarras se evadirán saltando por las ramas. Eso sí , la
foto quedó estampada y se guardará en el recuerdo.
Teófila dicen que ha dicho , que se puede morir tranquila, que ya son
ganas cuando los días siguen tan azules y la jubilación es cuantiosa y
regalada. No me saquen los ojos que los tengo miopes, que digo regalada , no
porque no se lo currase , sino porque es mejor como dice una miga mía que
limpia por horas, trabajar sentada que hacerlo inclinada, con las manos llenas
de lejía.
Y es que la vida trae suspense y el puente relato corto y una historia
de Cádiz oculto para Serrano Cueto, que
sacará el tercero a las barbas del levante, esas que en Arcos sacuden las
piedras y traen noticias frescas de antaño.
El Barrunto ya se fue y con él los que ahora se persignarán antes de
estampar la silueta del de la Pepa, con fondo de marinos, de celestes , añiles
y cerúleos. Julián Delgado lo bordará en sus lienzos onomatopéyicos, desde su
taller nuevecito. Lástima
que a mi solo me dé nostalgia, gaviotas palatinas y graznadoras y mucha
paciencia, porque para atravesar un puente en mitad de la anochecida hay que
echarle valor a las quisquillas.
Siempre me gustó el Carranza , a la caída de la tarde o cuando más prisa
llevabas, que ya no llegabas . Entonces se abría de piernas con la facilidad de
una atleta rusa, solo ver un barco llegando , a las entrañas de la Bahía. En
cambio este Pepón, que aún no he estrenado, desliza bajo las enaguas, la brisa
del mar y la calicha de los barcos,
altivo y bisojo.
No creo que Teófila se quiera morir tranquila, vamos que no creo que se
quiera morir de ninguna manera, ni que Susana vuelva a ponerse falda larga, ni
que Kichi aguante el ritmo de los selfies. Florentino sí , porque ha pactado
con el gran mago blanco que se encabritó cuando se fue Casillas y no se crujió
nada, ni se lloraron mares. Florentino, sí, porque está encantado de conocerse,
de ser y estar, exactamente igual que siempre, impertérrito y ufano, atraedor
de masas.
Yo
por mi parte, tejeré y tejeré hasta que se me caiga el tejado de alguna
editorial en mirad de la cabeza, como le prometí a Josefina Escudero, que fue
la que me convidó a estas paginas que ustedes soportan, sin que se les corte la
buena leche.
Pasearemos juntos, si nos dejan . Alguno pescará , estoy segura en el
puente , aunque sea un resfriado. Eulogio Romero lo fotografiará sacando su
cara más artística y luego nos hará la boca agua publicándola en su face,
porque nunca podremos verlo con esa mirada que él regala, porque somos humanos
de pocas caras y muchos descuidos.
La vida se nos hará
corta porque no somos Teófila y queremos vivir eternamente y el jodido puente
nos recordará que somos humanos con clausula de caducidad, mientras nos mira
por todo lo alto, despejado de cuerpo presente.
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