Es desolador ver volar
a un homosexual , azotea abajo. No es adoctrinamiento, es miedo puro, congelado
en los pixeles de una pantalla. Es tan doloroso como entender que hay niñas de
poco más de trece que se humedecen por entero, corriendo a los brazos que
estrangulan y se convierten en parafernalia y cuento chino , en carnes
devoradas por metros y más metros de propaganda.
El mundo es una ruina, eso con la primavera encima, los ríos desbordados
y las vacas ahogadas en su propia hiel. Algún cerdo se ha salvado y retoza,
asustado perdido a las puertas del juzgado, mientras los flases de los
fotógrafos quieren hacer dardo en su dura piel. Bárcenas
se agota en palancadas de nieve en Baqueira Beret , que ya no es lo que era
desde que el Rey demandado , anda por las fiscalías interponiendo escritos para
que los que piden no lleguen a nada concluyente.
La vida se nos ha traspapelado, nos hemos hecho mayores y ya no nos
entiende ni la caridad, porque tenemos la identidad galopante, el género
esquivo y la paciencia mermada. Las bombas nos rechinan los nervios más si son
portadoras de niñas, los niños apaleados por tirar piedras , nos engendran mala
hostia y así babeamos rabiosos perdidos, todo el día y parte de la noche,
peleándonos con edredones con los que ajustamos cuentas hormonadas.
La vida se nos va etérea ella, cabizbaja y vericuética, parece que
danzando pero más bien cachondeándose de nosotros que nos hacemos viejos y no
podemos seguirle el paso. Las calles seguirán ahí cuando nos hayamos ido,
también las casas en las que vivimos y los hijos que tuvimos, que se harán a su
vez viejos y la vida los dejará atrás. Y el ciclo del homosexual volado, cegado
y lanzado, como en una epopeya griega no será más que Ulises ensordecido por
los suyos, para no poder ver el camino y no será más que la ira ciega de lo
diferente y de lo mucho que nos asusta asomar la cabeza fuera del armario para
poder respirar, para poder envejecer y mirar cara a cara a la Canina. Un día mis dedos se hartarán de pulsar
teclas, de escribir párrafos sueltos y de reflexionar y pasarán a ser
artríticos y difusos , solo dedos de agarrar sábanas con eslóganes de hospital.
Pero mientras , arreciarán las embestidas del Ebro y destruirán cosechas y
llegarán las aguas a donde no haya freno que las pare, ahogando a cerdos
engordados para la matanza y a vacas enchufadas las ubres a la extracción. La vida es un cúmulo
de variedades, una sensación de helado de fiesta en ocasiones y otras, amargor
en el paladar de muela picada. Más siempre nos quedará volar sin ceguera, sin
empujarnos, solo como dulces ángeles en mitad del cielo, con dragones de barro
a los que poder hacer estallar , solo con agarrarlos por las manos e
invitarlos, de un buen volteretazo , a saltar.
La vida es así, en efecto, tal como la cuentas. Cruel, injusta, inmisericorde, a veces. Pero amable, generosa y dichosa en algunos momentos, aunque sean los menos y pocos. Y sí, nos hacemos mayores. Y lo serán nuestros hijos y llegarán los nietos y acaso nos recuerden. Y entre todos algo haremos para que el mundo haya avanzado un poco, un poco, un poco, desde Atapuerca a hoy.
ResponderEliminarBesos.
Para ti también, amiga mía
EliminarPara ti también, amiga mía
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