viernes, 17 de octubre de 2014

EL ODIAR LO VALE


La sombra ha hecho un curso anti-estrés y me tiene loca con “esto no es bueno” o “hablas demasiado alto “, en plan hippie de los sesenta de amor universal , pero sin sexo explicito. Y me molesta por decirlo fino , cuando debería decir que me hincha los ovarios, porque se me inflaman hasta desembocar en las amígdalas. Saben que hay gente farsaria y son un coñazo, pero los que van de santos me la sacuden a golpes cuartelarios. El odio- como dice Nené Ortiz- es sano y nos hace humanos, nos da gloria de seres vivos y nos iguala con la tierra. El odio es profético y bíblico, es sacarle los ojos al que te saetea, para hacerte unas cuentas o decir que te joroban las bragas porque se te pegan a las ingles y te las hacen llagas. Es acordarte de la madre, que no tiene culpa ,  de la que te pide- encima llamándote floja- un trabajito “que no te cuesta nada, vamos que escribir es lo tuyo”, pero de pagarte , ni con un café , que las labores literarias están muy sobrevaloradas. Es el odio sublime , el que te entra cuando le preguntas a la profe de gimnasia , si los niños van bien y te sale con la baladronada de que uno no sabe atarse los cordones de los zapatos, como si fuera delito de lesa majestad o le hubiera arrancado la peluca a la directora , en pleno recreo.                                   Es el apretar de dientes de todos los días y tener ganas de gritar , en un mundo en que los coches son los amos del asfalto y cualquier idiota puede llevar uno y matarte y quedarse tan ancho. Un mundo estúpido donde no se sabe si habrá más flases el día que salga Teresa o el día que entre Maribel, ni si las elecciones las ganará el mismo o a Pablo Iglesias le están haciendo la cama en la sexta por aviesos motivos. Es odio singular y carismático , de entrañas molidas a palos, de apretar dientes y reírte a carcajadas, de ventolera de la buena , de acordarte de los zombis que aún no han sido convertidos y plantearte si éste es el planeta en el que has de vivir para desgracia tuya , que no tienes tarjeta negra que quemar en las inmediaciones de la Gran vía. Desgraciados que si tuviéramos que devolver 500.000 euros , nos quitaban la casa y que solo podemos quejarnos y no muy alto , porque los anti estrés nos dan la murga , ellos tan peripuestos y  tan civilizados , que no entienden que estemos más quemados que la punta de una colilla. Tampoco entienden que esto es un arte que llevamos décadas ejecutando. Porque aun así – mirarnos, pamplinas- quemamos, masticamos y mordemos al primer idiota que nos dé la vara, para pedirnos algo que no da, para darnos un trabajo que no pagará y para jorobarnos la mañana.

1 comentario:

  1. Un día de furia, seguido de otro y otro...
    Aborrezco no tener ni una mínima razón que oponer a ese odio que destilas porque es el que me quema por dentro.

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