Las pedradas del toro
de la Vega no son nada para lo que le cayó encima a Elegido , que se vio
acosado, tronchado y saeteado, como vulgar mártir precolombino. Las que
mueren en las plazas de los pueblos, en las inmediaciones de sus casas y en los
interiores domésticos, sienten también la maza de no saber , por dónde les ha
venido la pedrada. Nos pasa a todos cada
día y nos mutamos, nos transformamos, en
cosas vociferantes e indignadas que claman por sus derechos, por sus
preferentes o por sus penurias, mientras que nadie nos oye porque recitamos
arameo, en el desierto.
Hay una teoría psicológica, que explica por qué a los jóvenes les gusta
tanto jugar a la consola y va no de imaginación o creatividad , sino de
escapismo virtual. No es mal modo de
pasar una vida, no se crean , porque si te inunda la tristeza juliana de
Contreras , lo más que puedes hacer es subirte al Sálvame de Luxe y soltar
lágrimas contadas y recoger los cuartos menguantes, a la despedida.
Es
lástima que los del vulgo modo no podamos, que nos vendría bien un suplemento ,
cuando nos acortan tanto las productividades, nos rasuran los trienios y nos
roban descaradamente , las extraordinarias. Son malos tiempos para la realidad,
para la bonanza, para los plebiscitos y la desobediencia civil, que las fuerzas
esforzadas del orden, andan poniendo a cada uno en su sitio, trasladando
manifestantes sin autorización , a donde no molesten , ni se les vea romper una
lanza por un astado y haciendo cruces en una valla , que nació para separar
coyunturas óseas.
No sería malo invadir espacio
vital de un video juego y creernos héroes de pacotilla invencibles en su
idiotez, de pasar horas quemando pestañas, saliéndose la pupila en un desliz
planetario, porque solo somos eso, mecanismos de irrealidades galopantes.
Muchos lo hacemos, nos evadimos y cogemos páginas como millas y las
parrafeamos y nos cosemos a ellas el pellejo, que lo tenemos encallado y viejo
y nos sucumbe por los pecios. La realidad nos invade, nos acosa y nos saetea , como
a Elegido y se nos clava en mitad de la costillada y nos hacemos carne de
cañón, huesos de puchero, panceta ahumada y carrillada ibérica , que para eso
somos toros , con denominación de origen.
No hemos nacido para vivir
agonía, sino para disfrutar y no penar por este valle de julianadas , que no hay
nada como ser niño rico y pamplinoqui , para no entender las miserias de
comerte un bocadillo a dos velas , mientras te pasas las manos por los
fondillos de los pantalones huecos. Sálvame no es más que una paradoja temporal
, un eufemismo mítico que Pedro Sánchez ha entendido y penado por los tuiteres
mañaneros y tardíos, eslabón de una cadena mortal que nos ahoga y esteriliza, las poca neuronas que nos hacen el paseíllo
torero, al mecernos en el vientre del
albero.
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