jueves, 4 de septiembre de 2014

NIÑAS…AL PAREDÓN


Volver es empezar de nuevo, dolerte el alma al plegarla y levantarte sin ser Lázaro, cada día. Ver noticias absurdas , cuando antes veías arena matizada de sal y asfalto reluciente y calores insospechados y ciudades estigmatizadas, en un sopor estacional.                                         Ni los padres de Ashia eran verdugos, ni son ahora, héroes que sacarnos del mal rato de tener que apechugar con que el verano se acaba, aunque no queramos.                                        La prensa persiste por la publicidad, por los patrocinadores y por el qué dirán , que hay que estar informados con la que nos está cayendo. Pero la información es la misma que hace que veamos villanos o héroes palatinos, la misma que nos da cuenta de saldo o de débito, en nuestro zanjar diario de simplificar con un bocata empapelado, en la mano. Son la cifras del paro, con todo , un desanimo nacional , un buscar en la despensa y un dolerte, aún de vacaciones , con los “pijomonos” de los canales de decoración, que se afanan en hacer parecer más presentables mansiones, de muchos miles de euros , cuando hacen falta tan pocos para surtir a los comedores escolares.                                    Nos hemos hecho de la peor especie conocida, de la de los idealistas ,esos que esperan dictámenes de  las Naciones Unidas y que pleitean por sus derechos , aunque se les caiga la piel a tiras, porque lo otro que queda es convertirnos, como en The Strain , en bebedores de sangre ajena,  en sacadores de vísceras portátiles, en Ellos , que disimulan su humanidad , porque nuca la tuvieron, escondiéndose tras un disfraz, que, en verano les cubre más porque hay verbenas, y ferias y salutaciones y festejillos.                                                                                                                                           Es una martirio volver, porque sientes las agujetas en las yemas de los dedos, porque la palabra se te esconde y la realidad sigue ahí, puesta en fila para que le pases revista y no quieres , porque te gustaría no tener nada que decir, no poder quejarte y que las multas ciudadanas, esas que pagamos todos con nuestra riñonada, no sirvieran para dar con los fondos , en paraísos andorrianos.                                                                                            Nos duele la inanición de ideas, la retroactividad de la vida, la repetición de estupideces y el venirnos abajo, como magdalenas mal cocidas. Porque estamos hechos masa dura, masa de aporrear escaparates de oficinas de empleo, para dar con nuestro currículo en la calle, tirado en barras, descatalogado y vencido, como nosotros mismos , carne de cañón de multas genéricas y oscilaciones de barómetros estadísticos.                                           Estamos entrando y ya deseamos salirnos de este mundo en el que mujeres, que aún no han nacido , se  preparan para el paredón de que sus deudos las maten, de que sus fieles, las decapiten con cuchillos sin filo, en el anonimato más feroz, sin protección más que de un pobre GPS que clama por la proximidad de un asesino de una sola serie, donde uno más uno son tres puñaladas, un atropello certero o una cremación, en lo mejor de la vida.

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