Cuando decides tener familia, te nace de los
ovarios, de la barriga, de las sienes y del nacimiento del pelo. No es
malestar, sino escozor , lo que se apodera de tu cuerpo y es la búsqueda, un
afán, que te recubre por entero. La fuerza se dispara como en la masa de pan ,
porque sin la harina, los sentimientos no son buenos, ni dará fin , en esta
cacería de emociones, a buen puerto. La levadura nos hace crecer , nos encoge y
atenaza, nos entibia con el agua caliente , que manan nuestras entrañas. Y no
son ellas, protagonistas de esta historia, que no es sino el levantar el ánimo y pelear ,
por lo que creemos ya como nuestro. Hay que remover y remover, papeles y fechas
de actas, registros civiles y documentos, para que se desprenda por los bordes,
la sustancia de la que se forman , el tejido de los sueños. Si blanda y húmeda
la concepción de lugar, ponle más empeño y llama a Adopciones y entérate cómo
va lo tuyo. Si muy seca, échale agüita descansada, échale paciencia y échale
freno , que el corazón es así y te juega malas pasadas, en esta tan larga
espera. Amasa la idea, térciala bien y adoctrínate, en el arte del vapuleo , porque tu vida se va
a ver desgajada, puesta sobre una mesa de autopsias y cuando todo se vea que está
en su sitio, te volverán a coser, con costuras de doble hilada. Sujeta la masa
bien con las dos manos, dale cuerpo a la criatura, dale esencia y existencia,
que ya tiene , pero que se hace difícil ver , porque es tan virtual como tu
deseo de ser padre o madre, cuando no has ovulado , ni derramado esperma , ni combinado
sangre, ni ADN. La masa se rasgará si has seguido firme en el propósito, si no
te ha tumbado la desgana, el hastío, las dudas o los recelos. Ahora te encaminas
y crees que ves el primer paso , porque hasta encontrar la harina y pedir vez
en el supermercado, ya pensabas que te ibas a quedar , para vestir santos. Pero
hay que hacer más giros y más entrevistas y hay una espera de reposo , para que
la masa crezca bien y se ponga al doble de su tamaño, al doble de años y más
del doble, que creíste que podías
esperar , a que la dicha fuera tuya. La notarás suave al tacto, se te despegará
con dulzura y sabrás que el gran momento ha llegado. Por fin tienes la
idoneidad soñada y duramente conseguida. Luego la espera y el segundo amasado y
de nuevo entrevistas y de nuevo a esperar la fermentación , que lleva todo el
proceso. Luego un día ves el horno, caliente y tiene la puerta abierta y dejas
de soñar y te ves en primera línea, ya padre o madre de criatura, enfriada para
ti, en una rejilla.
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