Los cadáveres de la
Complutense están vetados, porque el formaldehido se ha envenenado. Nos hemos
envenenado todos, porque las buenas voluntades se tiran al crematorio y los
donantes de la ciencia, se apilan en camillas compungidas. Como los perdidos,
como los olvidados, como los que circulan por las calles y plazas con su
mochila a cuestas, invisibles entre el tráfico, desahuciados de vida y muertos ,
cabalgadores de tragedia. Las elecciones no les han dado resuello, ni les han
crecido raíces, ni aún con Podemos ven ellos salida al laberinto de ruina , en
que se ha convertido la cotidianeidad. Las ropas tendidas, la olla puesta, los
niños al cole y los corrillos , son ausencia en los carrillos de supermercado,
detraídos de uso normal y apalabrados a manos y piernas, a viajes de destino
que lleva hoy aquí y mañana dónde sea, que haya algo por lo que deambular , en
pasos cansinos. Contenidos cartoneros, contenidos sin carne , ni verduras,
restos y restos, miseria y más miseria. Y luego calle y luego en los periódicos,
disculpas silenciosas y las elecciones y Susana Díaz y los patriarcas del Estado
meciendo las encuestas y buscando necios culpables , que no lo son , porque
nacieron vanos , como el vientre de una pipa seca. Luego los ves en primera
plana, abatidos en su dolor o exultantes de gloria, escrutando al posible vencedor
para ver cómo lo ha hecho, cómo puede hacer crecer la esperanza, la idiotez
revenida, la intención de voto o el agarradero, a eso tan fútil que es el poder
y que a muchos , gusta tanto. Nunca pude entender cómo le gustaban a Letizia
los zapatos altos, cómo las recepciones, cómo los besamanos, a ella que gozó de libertad de irse al Corte
inglés y perderse sin bullas, cascabeleando las bambas cuelliviva, rengueando
de soltería, apabullando los pies ligeros. Y ahora, en portada del Hola,
delgadísima, vicetiple de una orquesta compaginada, en flases delatores y
letras grandes, adormecida y entornados los parpados , por tanta raigambre. El
hijo de un Dios, estaba feliz en el desierto, puro en su ayuno consentido,
desmadejado y limpio como el viento, como las dunas y las arenas milenarias. Pero
volvió y se le juzgó y fue condenado, porque la fama cuesta y es ahí, donde
algunos van a pagarla. Y se llenarán las
primeras planas de lo que ellos quieran y mecerán la cuna , manos enguantadas y
se verán los cristales del color que los pinten y seremos borregos bien
dispuestos , en colas de a dos , para entrar mas cómodos en el matadero. Pero
nos gustará, porque tendrá hilo musical y lo habremos pagado en cómodos plazos
y los nuestros vendrán a nuestro lado y no caminaremos , sino que nos llevaran
en andas, esos, que no saben qué intenciones avisas tenemos , antes de cada
elecciones. A los que son como yo , los echarán a un lado, como a la fruta
defectuosa, a la que es más grande de lo establecido o con peor color o más
enana o arrugada y harán mermelada o las darán a las ONG , que postulan
intenciones y se convertirán en bocado de hambriento, sin florituras, ni falsas
modestias. Entraremos en la boca y atravesaremos la laringe, seremos deglutidos
y nuestra savia , será savia de hombre libre y empobrecido, abandonado,
desahuciado, expelido y tirado a la basura. No seremos cadáveres que meter en
formol, ni a los que inyectarnos conservantes para que nos estudien , porque
seremos libres, aire puro, horneado y perfumado de mares antiguos y voces
nuevas. Nadie hablará de nosotros cuando estemos quietos, nadie morirá por
nosotros , porque estemos hambrientos, nadie penará por nosotros si somos peones
, en un tablero . Porque solo unos pocos sabemos, que, en el Anatómico, la
inyección de formol, ya está con su vientre bien lleno y la punta de la aguja,
afilada y las camillas , compungidas en espera nuestra. No estoy muy segura de
si podemos rescatarnos , de nuestros propios sueños.
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