No hay una sola mujer
real, si no es como las diosas indias y anda por ahí con más de tres cabezas y
varias manos y piernas, porque la mujer que hay , es cosecha tierna, cosecha
anciana y cosecha incierta. Parada sí que está y seguramente es madre
arrulladora de colegios y guarderías , de niños colgando de ubres secas de
ganas , pero rebosantes de caricias. Chillona y aletargada , en el banco que
está frente al colegio o en la cola del
paro o limpiando a deshoras, uñas en llaga rascando unos euros , de donde no
los hay. Puede ser lista o tonta, buena o mala, qué más da, porque según se
mire y quien bizquee los ojos , así nos dará la clave para esa erudición. No
hacía falta maquillaje, ni pestañas postizas, no hacía falta peluquería ,
porque la salitre caletera y el levante que nos seca las venas, nos tatúa en la
pie, el código de barras gaditano. Puede que alguna esté trabajando en un
geriátrico por horas o incluso en una tienda que le ha puesto papá o lo mismo
es funcionaria o madre separada o lleva un bombo con altivez torera , paseado a
toda vela, en el instituto en el que
completa su educación. No la encontrarán los del MIA , porque deberían buscar
debajo de las piedras y verle la cara real y no la enseña, solo destella ,
porque es modesta y trabajada, sudada de manos inquietas y solo presume cuando
nadie la ve, metidita las carnes en la luna del espejo del baño , donde se
recoge la coleta, en un moño alto. Puede que esté en la universidad y sea
privilegiada gacela que entre pasillos impolutos luce su preparación o vaya a
sacarse selectividad o formación profesional o esté perdidamente enamorada y
aún no sepa que el que brincó sobre ella, con tanta animosidad , la ha dejado
preñada y ahora la va a olvidar. Lo mismo si un bombo fuera una dicha y no
mirado por desprecio por quienes no quieren cerrar la cuestión en una libertad
de elección, lo mismo , los bombos , eran bendecidos y no sacados de institutos
como si fueran apestados o propensos al contagio, de otros cuerpos , en
evolución. Pero ella , la que no va a ser elegida , mira para delante, mira
fijo y distante, ese mar tan azul, en que la parió su madre que tampoco será
elegida, a la que parió su abuela, que tampoco será elegida y todas ellas, representan mucho , de todas
nosotras, de nuestra herencia común. Madre, hija y abuela santa y mucho mejor
que ninguna portada , lo que fuimos , lo que somos y lo que seremos. Hartas ya,
de que se negocie con nosotras , de que seamos compresas de marca registrada,
biberones con tetina y empresarias delgadas que se tiñen las entradas , para
triunfar, o médicos de Grey , siempre alicatadas de gloria , sin despeinar.
La mujer real es esa y tantas otras...lástima del tiempo que precisamos aún para serlo sin más.
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