El martes por la noche,
el arma con la que supuestamente fue asesinada Carrasco, estaba en poder de la
policía. Se cerraba así, el triangulo de madre, hija y agente local, que
hilvanan el caso. La hija trabajaba para la Diputación, de la que Carrasco era
Presidenta, la madre parece que efectuó los disparos por el despido de la hija
y la agente de la local , era la propietaria del arma. Poco después de las
cinco de la tarde, cuando paseaba sola y sin escolta, por la pasarela que se
aúpa sobre el río Bernesga, entre el Paseo de la condesa y la avenida de Salamanca,
Isabel Carrasco fue tiroteada. La madre, Montserrat González, llevaba gorro y
pañuelo, la hija Montserrat Triana, las ganas puestas y el arma iba en una mano,
que sentencia la parafina. Las seguía en el anonimato del paseante , un poli
jubilado, que telegrafía- vía móvil- tan rápido el suceso, una vez acaecido, a
los compañeros de la Comisaría, que, antes de que cogieran el coche , cada una
por su lado, ya las tenían apresadas. En
30 horas ya se sabía. Treinta horas pasadas , con noticias, testimonios y
carreras de periodistas. La policía y las barreras de plástico, los flases, las
caras compungidas, los tuiteros desbocados, la prensa comedida y el pueblo
cuchicheando, porque temen y no se fían, ya ni de los corrillos, ni de las
cervecitas. La pasarela quedó cortada, las presuntas , detenidas, el jubilado
en acción galopante y el coche, descarriado a la científica , para buscarle en
los interiores y no encontrar el arma, hasta cuando fue entregada , por la
local , que también está detenida. Despido y juicio perdido , quedó entretelado
entre las barreras y la sangre derramada, la empuñadura de la pistola y el
estallido en el aire, de la pólvora. Dicen los entendidos que pudo ser cualquier
otro día, pero que sería, porque esperaban y querían..¿por un despido?, ¿se
mata por un despido?, ¿ por un trabajo huido se desboca sangre, se pegan tres
tiros y se remata la vida?, ¿por un despido?. Madre e hija, estaban esperadas
en la llegada de la asesinada, comedidas sin ver más que los pasos , que
acercaban a Carrasco al paseo de la Condesa y después a correr, a volar hacia
el Mercedes , aparcado tan cerca, sin ver al jubilado, que les corría las
vueltas. Los gorros y el pañuelo, quedaron en el coche , abandonados, porque
los policías llegaron antes que se largaran. En menos de treinta horas, la
trinidad zanjada. Cuadratura del triángulo, que no cuadra , sino que pincha y
escama, porque los triángulos es lo que tienen , tres vértices , con cada cara,
la de la madre , empuñadora presunta, la de la hija, encausada y ajada por los
tribunales y el despido , y la de la propietaria del arma, entregadora , amiga que
se ha metido en marrones y que también está, como poco, presuntada.
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