sábado, 15 de marzo de 2014

BLANQUEO


 Cuando nuestras abuelas blanqueaban la ropa a ritmo de sol caliente en sus telas, nunca pensaron que los sinvergüenzas volaran como las brujas en cuaresma. Creo que nadie que no haya sobrevivido a internet, creería que un ministro de justicia abogaría porque los corruptos fueran castigados con limitaciones cualitativas. Tampoco creerían nuestros ancestros que sería más importante la moral de nuestros bajos fondos, que los fondos que se disfrutan , sin legalidad en Suiza. Y es que los términos ontológicos tienen la vida contada , como los gaditanos envejecidos que son carne de geriátrico de monjas , con avejentada y escasa descendencia.                                                                                    Dónde habrán ido a morir los ilustres gaditas, dónde los corteses constitutivos, donde los afrancesados en contra de Napoleón, que no treparon vallas en Ceuta, sino que blindaron la ciudad a las normas que venían importadas a la fuerza.                                          Lo mismo es que ya nos asusta más la marea negra que nos escarnece el alma, que lo bajo que hemos caído , por querer seguir en la ola del consumismo y la necedad. Lo mismo son las hormonas que asoman a mi lengua, lo mismo es la verdad que nos importa más una procesión de cachondeo que una de penitencia, porque llaga las llagas que no se ven , porque vulnera y escancia, la risa de la normalidad, en la sacralidad de lo fatuo.                                                                                                                                                         Saben de años atrás que no soy de las que muere por nada, que por no querer enterrarme , me he ido de mi ciudad natal , donde se muere por aburrimiento de no saber ya cómo sacar cabeza entre tanto paro , tanta genialidad en los pies plebeyos y tan poca creatividad en los sillones quietos del politiqueo.                                                                                      Es vergüenza que gente tan noble a quien llama de todo por los tirititeos de las redes, para acallar los desmanes y malas praxis, se les achaquen males ciudadanos como la falta de empleo o la inactividad , en un itsmo que tiene sol y playa y carnavales y mucha mala baba , contra todo aquel que inicia una crítica.                                                                       Es vergüenza que a los corruptos se les aplauda, se les tolere y se les indulte, es vergüenza que una procesión pagana escandalice en las cuevas de Tanit donde se prostituían en su honor las matronas gaditanas, vientres fértiles y complacientes donde los hubiera , sacerdotisas del amor profano y las buenas enmiendas.                       Enmendémonos pues , hermanos y hermanas, que la cuaresma ha llegado y hagamos fuego con todo lo que la corrosión ha oxidado, con toda cabeza de turco que nos muestre que en este país se nos tritura para sacarnos jugo , con que pagar deudas ajenas millonarias, boquetes de tamaño abismal que otros han tejido con su codicia y su inoperancia, que otros han empapado con su negligencia y colaboracionismo y que muchos callan , para que no se les saque de la foto del parche.                                                 Parche en el ojo del pirata que estuvo a punto de hundir Gades, por más de dos veces , saqueadas sus entrañas carnavaleras. Pirata europeo que aún nos manda, con distinta cara, sin parche en el ojo bueno, pirata que viene al vuelo en los consejos europeos y nos manda callar y hacer los deberes de cuenta y “pago te doy” y pagamos todos , que para eso están las instituciones del Estado , para apretarnos un poco más el gañote. Garrote vil que no nos merecemos, arruinadita la Bahía, que siempre fue nuestra, la valla maltrecha de nuestra identidad se nos cae encima  y las procesiones , como las brujas en cuaresma, como las penitencias, volando al cielo de levante con las faldas aupadas y el mango de la escoba, retando la cara de tanto tonto que encima se cree que nos engaña , porque antes hemos sido avestruces y hemos escondido la cabeza.                    Cuando nuestras abuelas blanqueaban las ropas en las azoteas , nos contaban de dónde veníamos y somos tierra, somos carne, somos bravura y somos penitencia de risas hermanadas y canciones encharcadas ,de crítica y disfraz. Somos pueblo y eso no nos resta, lo más nos da esencia, que no se nos olvide, que no se les olvide, blanqueantes.

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