Serán tiempos de gripe
A, de tener suerte de no morirte en el intento, despertándote estremecida y
sudada, con los pómulos ardientes y la cabeza expandida. Dicen que la
cama mejora la dolencia, pero a mí me instruye, porque puse una cadena de
televisión , para sobrellevar la agonía y me asaltaron rostros de rollizas
jovencitas americanas , contándome cómo se masturbaban.
Estaba
afiebrada y con dolor de garganta, que la gripe apuntaba tantos y pegaba duro,
pero aún así, con los ojos llorosos y el pañuelo en cabestrillo nasal, emprendí
la tamaña misión de entender que las mujeres actuales, por lo menos las que
allí declaraban tan alegremente, veían la masturbación como comerse un
cucurucho de pipas.
Hay veces en la vida , que te das cuenta de que te ha pasado una fenwick
por encima y no le has cogido la matricula,
y esa fue una de ellas. Porque mirándolas, tan libres, tan expresivas,
tan nuevas y con tanta fuerza, las envidié y no solo por mi o la cuestión
sexual, sino por todas , las que no vivimos los sesenta, ni mascamos más que
polvo de monja, zapatos sin charol para bailarle a la luna y novietes de pega
que destilaban virginidades, pero no gozaban de habilidades manuales , que
retransmitir en los corrillos del recreo.
Ahora
las niñas se lo guasapean todo, se mandan fotos
con los novietes en acción y los
servicios de los institutos son trasiego de verdades que no se evacúan, sino
que se absorben, medicamentos de la palabra democracia, dosificados por una
sociedad , que ni les limita , ni les corrompe , con sus mentes estrechas.
El cuerpo impone, el cuerpo limita y pide , pero en mi época, de
dobleces y faldas que escocían, no se le
hacía caso , porque la palabra pecado estaba impresa en la felpa del interior
de las bragas. Habia deseo, pero
trashumante, tanto, como para quedarte embarazada a la primera empellada, sin
que a la hermana María, que se ponía más
colorada que ninguna de nosotras,
alumnas suyas ya en pubertad, que queríamos saber y preguntábamos, le sacáramos
más que lo puramente científico, del
puñetero libro de texto. Pero no
decía nada de masturbación y lo que es peor , tampoco de besos, ni de lenguas ,
ni de falos, solo hablaba de reproducción y desgraciada la que se lo tomara al
pie de la letra , que se convertía ipso facto , en ama de casa y mamá , a
tiempo completo.
Está claro que las de mi generación no aprendimos a masturbarnos en la
Alameda, donde íbamos a comer pipas , en bolsas rebosantes de sal, con alguna
“enteradilla” que contaba algo, que nos hacía reír de sofoco, tontas perdidas, para
darnos cuenta al cabo de los años, que éramos de tan inocentes, mamarrachas,
porque cualquier cría de 11 de ahora, nos llevaría la delantera, a las que
entonces ya estábamos en el BUP.
Y es que la represión es mala, y aún peor la falta de información,
porque ahora hay internet y aunque los chinos la censuren, rebota y llega a
todas partes y la gente- si quiere- se instruye y piensa , hasta en la
masturbación.
“Tienes que conocer tu cuerpo”- decían las americanas y yo me acordaba
de una amiga mía que decía que cuando se lavaba por los bajos de Antequera,
solo iba rápido y no frotaba, del mucho asco que le daba. Pero también es
cierto que había mucha hipocresía en el tema y mucho temor a ser diferente o a “despuntar”
haciéndote mala, porque me llega el eco de otra , que le cogió tanta afición al
invento, que hasta encima del uniforme
se rascaba, provocando risotadas y cachondeo, tanta era su fruición. Lástima que un día
desapareció y ya no la vimos más, supongo que porque fue extraviada, desvaída o
dejada en un rincón , como la ilustración, la enseñanza o la ciencia, la
Cultura o la necesidad de ser personas completas, no niñas, ni mamás, sino
enteras de cuerpo y vulva , con la que maniobrar.
Aún ahora con media vida a la espalda y muchos (muchos) miedos, complejos y culpas superados, me cuesta decir en voz alta masturbación, así que entiendo que a pesar de la fiebre te despejaras para entender de qué hablaban.
ResponderEliminarQuisiera pensar que no solo en esto avanzan las nuevas mujeres, pero en todo caso, bien venido.
Un saludo y que te mejores pronto.
Gracias, Pilar, un beso enorme para ti
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