domingo, 12 de enero de 2014

TREMENTINAS Y ACUARELAS


Hablo por la boca de un muerto porque se me han revenido los recuerdos , desde que entré en el bajo de Candelaria , donde se asentaba el mercadillo de arte navideño y me refluyeron los barnices y las trementinas,  violándome de placer las pituitarias.                   Había en aquel antrillo de perdición pictórica, de poco más de veinte metros,  gente pintando, uno a poco que conté, a modo de buen ver entre líneas, desbrozando las imágenes a pinceladas, del lienzo en blanco.                                                                         Hablo por la boca de un medio naufrago, porque espero, la rotundidad de la noche, la velada del día que se asoma , sin yo verlo, porque me hago vieja y no envejezco , sino que me agrieto, al tiempo que los recuerdos se hilvanan, puñeteros, como chorizos bien dispuestos,  en el matadero. Si retraso el pensamiento, siento aún la tirantez de las gomillas negras que atusaban mi negro pelo, estirado con algún prodigio mágico que a mi madre se le olvidó pasarme y que causa los tirabuzones rebeldes de mi niña. Los zapatos gorilas eran eternos y martirizaban unos pies que querían trepar, volar y saltar, pero que estaban quietos, autoimpuesta la moderación de una niña de buen ver y mejor ser, que por algo era hija única y medio idiota.                                                                                                                                     En mi niñez, los barnices estallaban al abrirse , un armario en la tienda de muebles que antes fue de mis abuelos y luego de mi padre y mi tío. Más tarde, se transmutó en encubridora de mis años de estudiante de derecho, con el fin de sacar algo de dinerillo para cosas tan fútiles como ropa y accesorios y también fotocopias. Es por eso que ando como la estatua de Candelaria llena de excrementos secos, porque palomas salvajes saetean mis esfuerzos , de mantenerme de pie, sin dar un vuelco. Hemos sacado tajada de esos años en que fuimos. Han sacado jugo la Doña y Mayka Florencio, que son ahora grandes de alma y se burlan del destino , para hacerlo todo nuestro. Enorgullecen mi espíritu más que los recuerdos de ese colegio caduco, lastimado por las monjas y con libros y fachadas que no dicen nada, más que hastío y profesoras que se iban y perdían los hábitos , porque la fe está muy bien pero el amor de hombre tiene más mecha.              La Doña se ha hecho a sí misma a golpe de cerámica, enlucidos los azules de sus ojos vivos , en los de una gata sabia que otea los tejados de su madurez con dudas de buena madre. Mayka es todo lo que ella soñaba ser,  su cuerpo, su espíritu y hasta su nombre se han hecho a su manera y medida, y su vida, que podría ser y de hecho es complicada, se deviene en lo que a ella, le da , la misma gana, porque le echa sonrisas y recetas y  ovarios, a lo que fue y a lo que venga.                                                                                      Lo mismo somos , jodidas hijas de beatas, de una casta aparte como en la India, desheredadas de colegio privado, mamadas por los libros de catecismo y aún así sin virtud fija, solo pensamientos libertarios, senos al viento y culos apretados, para que nada nos separe de nuestro destino , ni varee nuestros pasos. Ya les dije que esnifar barniz me acarrea malas pasadas , lo mismo por eso la Quirós o Julián Delgado hacen lo que hacen con pinceles y trementina, con acuarelas y óleos benditos, que ya les confieso que el arte es muy malo y da muchos disgustos. Quizás es que les habla la boca de un desahuciado, la boca de un moribundo, que es lo que somos , todos profetas de lo cotidiano intentando hallar un hueco en este mundo, con vallas que saltar, peatones de una larga fila de emigrantes, voceadores de bocas ajenas, pensadores de pacotilla, entrañas profundas y cálidas,  donde asentar semillas. Tal vez deberíamos abrirnos todos las venas, salárnoslas con barnices y trementinas, hacernos de cerámica el alma profunda y atusarnos las ideas con una prodiga ventolera que nos anulara los recuerdos y las voces lejanas, el eco de los que se han ido y solo quedan , en los vacíos desbandados que dejaron.

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