Se oyen ecos de
cachondeo y no es por la cercanía de Halloween , sino por los espías americanos
que revisan las cintas de grabaciones, donde salimos como somos, desbandados y
confusos. No es la crisis, es la historia, que nos condena a tener malos
señores para súbditos que están –ya- con la narices quemadas y echando humo. No
hay más que escuchar a los políticos para que te hierva la sangre y eso que no
podemos verlos sentados en la terraza del Palace como Pérez reverte, si no , nos
indignaríamos como él, de forma fina, tomándonos el café en el sillón de al
lado y luego yendo a escribir una crítica contundente , donde mejor nos pagasen.
Y eso es todo amigos, que andamos a una sola pata y es cojera de muchos, que vacilamos en el arte de tirar para
adelante , porque la cuesta es empinada y no queremos quejarnos, que no somos
víctimas sino refugiados de la ira. El
embajador americano , carne de portada rosa de los plasmas impagados, parece
sacado de una teleserie, feliz de la muerte con su vida, sin hablar una palabra
de español, pero viviendo a las mil maravillas , como siempre han hecho los
americanos en un país que se regatea por e bay , para sacar de sus vísceras un
poco de holgura. Prado , que
es manchega y funcionaria local, no entiende cómo su hija no consigue trabajo
más que de camarera en las londinadas,
mal pagada y mal vivida , en una casa que comparte con otros seis, con tantos
títulos inútiles y tantos masters , carísimos de pagar por los papás, como los
de ella. Tenemos los más cultos camareros de Europa, universitarios ,
diplomados y grados, que nos atienden con holgura , a los que no podemos pagar ,
ni un café a media mañana. Pero a los pudientes sí , que hay millonarios en
nuestras menguadas filas, hay ladrones de guante blanco , que encuentran
resquicios en la legalidad para justificar las pitufadas , que para eso están
los grandes bufetes y los asesores , además de para crear intereses bancarios.
Botín está que se sale y las líneas echan chiribitas, porque alguien escucha
con ecos de marejada de más de 60 millones de firmas. Es nuestra realidad
desvirtuada, cosida y traspapelada, realidades ficticias, como la piscina de
agua salada de un parado , que perdió su negocio arruinado por las deudas.
Realidades molidas por políticos que no dan la talla y que merman, menguan y
desbocan al paso que da hambre y desgracia. No queremos quejarnos que se nos
tuerce el gesto, por eso esbozamos una sonrisa cuando nos acordamos de que nos
espían, porque somos espiables, porque estamos ahí, en mitad de Europa, aún de
pie y- dicen que - en crecimiento , como las espirales de ADN, sembrando lo que
somos, carne de minero , negro de carbón , aspirado a grandes sorbos , con ojos
dolidos por lo injusta que es la vida.
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