jueves, 26 de septiembre de 2013

LA CUNA EN LA BARRIGA


Los psicólogos dicen que en las adopciones lo mejor es contar la verdad. Mi hija Helena, interioriza las adopciones como algo natural, porque para ella es otra forma de aumentar la familia. Ana Fushi tuvo mucho que ver en eso, porque cuando llegó a preescolar,  con solo tres años, en una de las primeras reuniones , ella dijo , con voz infantil muy clara ,“mi madre, no me ha tenido en la barriga”. Después de aquel día, los gemelos me preguntaron de todo, de “si ellos habían estado en mi barriga” y que “por qué Ana F no había estado, en la de la madre, que iba a recogerla al colegio”, también “dónde estaba la madre de la barriga” y muchas otras cosas, que fueron surgiendo. Hoy, Guillermo, el gemelo de Helena, de seis años, se conjetura, cuándo puede tener hijos y lo único que le preocupa es si le dolerá, porque asimila la paternidad a una forma ideal ,  con similitud física , a las de las mujeres. Creo que nadie en su sano juicio y que ame, me negará que los hijos duelen, y no hablo del acto de parirlos, sino de educarlos, tenerlos, quererlos y enseñarlos. Los hijos duelen cuando se caen, cuando se van, cuando vienen y causan pavor, cuando le crecen las piernas y los deseos, sin que hayan rellenado aún el cerebro. La cuna que tenemos en la barriga no se mece por el viento, ni por los deseos, se mece por el pensamiento, por las ideas claras que debes tener en todo momento , de lo que estás haciendo. Porque el tener hijos no es biología sino futuro, movimiento de tierras y revolución y se enmarcaría más en la Estadística, sin fórmulas magistrales, sino con mensajes encriptados. En mi caso lo más importante,  es no mentir y cuesta enseñarlo, porque Helena , como su madre , posee unas altas cotas de imaginación y fantasía, pero no las emplea para escribir cuentos, sino para inventarse excusas truculentas , que le vayan bien con sus deseos. Tener hijos no es cambiar pañales, ni dar biberones. No es estar destinado en las fuerza de paz, en conflicto con el cólico del lactante. Es, más bien, ver a un tío peludo y grande a tu lado,  que te llama “MAMMMMÁAAA” como si tuviera fuego en las nalgas, porque no encuentra su camiseta favorita, para ir al instituto. Es aguantar y decir la verdad, reconocer que no somos perfectos y asumirlo, porque la cuna de la barriga no es amor, sino ADN y ya sabemos que sale borroso en las fotocopias, de un examen de Bioquímica y más si la invocamos como base de todas nuestras desdichas. Hay que decir la verdad, porque ser adoptado no es malo, ni peyorativo, sino más y mejor, porque te eligen, como los pokemon y tus padres se han machacado sin necesidad de gimnasio, te lo aseguro, para estar ahí, a tu lado, viéndote crecer.

2 comentarios:

  1. No puedo estar más de acuerdo contigo. Comparto la vida con un tipo que no es el padre biológico de mis hijas pero que es el modelo acabado de paternidad. Incluso tiene reacciones paterno-viscerales tantas o más que yo. Y nuestras hijas recurren a él tanto como a mí. Él me ha hecho sentir lo magnífico que es la responsabilidad compartida.

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  2. gracias por respirar, por pensar, por hacerme sentir en compañía, aún así.

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