viernes, 21 de junio de 2013

PAMPLINAS


A estas alturas del año, si tienen hijos en edad escolar, me entenderán, porque ya andamos hartos. En mi caso también tengo hijos en edad universitaria y en edad de pre-selectividad, la última, si Wert nos deja, con lo cual, a estas alturas, como les decía, la mente se me deshilvana y los recursos se me agitan en las teclas, porque estoy, para resumir, más que cansada, deshecha.                                                                                              No ha sido un curso fácil, no ha sido un año de rosas y vino, más bien de espinas y resacones, sin las Vegas , ni Mario Vaquerizo , riéndose alegre por las cervecitas convexas. Tengo ganas de clavar en primera línea de playa a todos los estúpidos pamplinas que nos amargan la vida y nos acortan la existencia y dejarlos requemarse al sol de la indiferencia, mientras me baño, levantándoles la peineta.                                               Ha sido un año largo y falta la revenida, pero no quiero pensar en ella, solo en playa y arena tibia, en chiringuitos que se llenen, en gente que trabaje y en este país, el nuestro , que se desperece y ande, como Lázaro, aunque esté con estocadas de muerto.                               El aceite, las fresa de Huelva, la buena disposición hostelera, las ganas que tenemos de volver a la burbuja inmobiliaria, ganando lo que se ganaba y viviendo como se vivía, son planes infundados, porque la realidad es que vendemos las fresas al extranjero, ponemos cara de muesca por los contratos basura y no van a volver las vacas gordas , porque nos las hemos comimos , con piel y todo.                                                                                             Pero quiero dejarme llevar y no arrastrar nada en la mochila, ni los niños robados, ni los fraudes, ni las corrupciones, ni la cara de afligida de la Infanta, que, con ver al padre de sus hijos hacer el paseíllo hasta los juzgados, ya tiene calvario de sobra. No me gusta la leña del árbol caído, no me gustan los sinvergüenzas, detesto a los pamplinas y los graciosos me cortan la leche que no me subió , porque se me despuntó la mastitis. Pero…¿saben qué ?... que me los llevo a todos, porque hay veces que las fuerzas astrales se conjuntan o los astronautas que van a ir de colonización tienen cara de película de estreno y la vida te da grima, porque te has desubicado y no tienes idea de quién te ha hecho la putada. Es en esas ocasiones cuando te das cuenta de que ni en la playa te van a dejar en paz y eso pasa porque naciste masoca, feliz de arrancarte la piel a tiras y encima sonreír para que no se note. Pero ahí está el magnífico propósito de enmienda , que nos claveteaban en las Carmelitas y sacas de la mochila hasta el botellín de agua para que no se cuelen ellos, los pamplinas , los imbéciles, los idiotas, la estulticia untada a grandes zancadas y rezas para que dure,  aunque sea lo que una abeja colonizando Marte.

1 comentario:

  1. Un bañito en la playa de Cádiz (ay, pordior, qué envidia más cochina me churretea por las teclas), con el viento que sopla de vez en cuando, y a tomar por saco las pamplinas. No hay más vida que ésta que vivimos y no nos la van a amargar...

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