jueves, 9 de mayo de 2013

SI TE DICEN QUE YO FUI


La justicia es lenta, eso no hay quien lo dude, pero en ocasiones gravosa, porque de qué otra forma la podrían nombrar dos menores de las que, presuntamente, porque aún no hay sentencia, abusaron sus familiares cercanos.                                                    Fiscalía, no obstante, para cerrar –ya-el caso, intentó rebajar la pena que pedía, de 20 a 10 años y meterlos donde les corresponde, a estos padres a la fuga de obligaciones, no de condominios de pernada. Hace seis años que sucedieron los hechos, cuando las chicas tenían seis, al parecer en un voladero de niñas, “tu coges a la mía y yo a la tuya”, en el sentido más sudamericano del término, con, según cree fiscalía,  la anuencia de las madres.                                                                                                                                      Desde entonces la Junta tiene la tutela de las niñas, no el Estado la de los padres, que  es ahora cuando se encuentran con el pastel del que dicen que no saben a qué sabe , ni en qué boca fue masticado.                                                                                                                Las menores, en cambio, sí deben de recordar bien todo lo sucedido, pero aún  así, la defensa , que hace su trabajo, les echa en cara que no saben bien lo que dicen, pues  imputan a viva voz a más personas , como vecinos o tíos cercanos. Entiendo que las cosas en justicia estén bien atadas, para que no se impute a cualquiera y que la justicia debe ser para todos, pero el testimonio de menores, reviviendo basura, a los seis años de sucedido , es denigrante, no ya para la sociedad en la que vivimos, sino para todos nosotros como seres humanos. ¿Qué habrán pasado en esos seis años, esas dos criaturas?, ¿les habrá buscado la Junta un hogar de acogida?, ¿estarán en una centro? y sobre todo …¿habrán sobrellevado el trauma de perder esos recuerdos infantiles que tanto atesoramos y esa evolución en un núcleo familiar estable, que nos hace más o menos equilibrarnos , en las muchas rachas que nos da la vida?.                                      Cuando Ricardi entró en prisión, siendo inocente, dijo que aquello era un infierno, infierno prestado, porque no le correspondía a él . También dijo que aquello era peor que estar entre fieras, pero era mayor, fajado y duro como una piedra , si no , no lo habría contado . Pero esa frágiles criaturas, de seis años, que solo buscaban apoyos familiares y que se les quebraron en la cara, ¿qué apoyo encuentran en el sistema?, ¿a qué manos se acojen para tener estabilidad? , y es más , ¿qué hacen los meses y los años, para cicatrizar heridas tan profundas, cuando a los seis de aquello, en plena adolescencia, las vapulean con declaraciones y preguntas de abogados, con juicios que a cualquier profesional le abruman, más a niñas con tantas debilidades?. No es justo. Podrían haber sido princesas de cuento de hada, podrían haber sido niñas de nuestro barrio, niñas de colegio de nueve a dos, pero tuvieron mala suerte, porque los pajaritos no les silbaron en los oídos,  ni les ayudaron a tender la colada, solo las canjearon, del una a por una, dos.

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