El uno de mayo, Cádiz ,
se salía por las costuras. La gente había hecho eso, tan tradicional, de coger
Caleta para arriba y llegarse hasta Santa María del Mar, feudo en otros tiempos
de Amalia Quirós. Allí , con tres bañistas omnipresentes, pintando el agua
salada de valentía torera, se confluía con otra marea humana que arrastraba el
Balneario para abajo y que venían a desbandar los coches que querían ir para
San Juan de Dios , pero que se parcheaban hacia san Felipe Neri. La
cosa es que el sol lo pringaba todo y el suave vientecillo frío, daba ánimo a
los pies a caminar y si no fuera por las vallas amarillas, en la subdelegación
de gobierno y en la cuesta de las Calesas , se podría haber dicho que era un
día glorioso de fin de semana. Nos gusta comer sol, no hay duda y una litrona y
un día sin hacer nada, nada más que corrernos los pies , entablillados por
chancletas, en dirección a ninguna parte, donde darte un sorbo de playa. Hemos nacido a pie de mar y nos impone, no el paro, ni el parón laboral,
no que los niños estén comiendo en el colegio, a cargo de La Junta y nuestros
impuestos, como si fuera un comedor social, sino que se nos nuble la
conciencia, porque caen cuatro gotas o muchas más, con mucha malaje esaboría. La gente se veían
feliz, se les veían en las caras, sonrientes, de portada del Hola venido a
menos, porque es que el mar impone , si no que se lo digan a Alberti que le retranqueaba
el corazón, a punto de salírsele del pecho, en su ausencia. Hemos
quedado libres de lluvias y eso nos agita las alas emplumadas de brea, empiezan
las comuniones, los niños van apergaminados y las madres han aprendido a hacer
muñequitos de recuerdo, en goma Eva. Incluso, con suerte de que trabajen uno de
la pareja de dos, algún esperanzado se
casa y da convite, antes de que suban los impuestos del alcohol, que tampoco
nos picarán la conciencia, porque mientras haya un chino siempre tendremos la
cubetera llena de cerveza y Don simón, por si se tercia. Ya hemos echado
cuentas y no nos salen, pero da igual, porque hace sol, porque hay cerveza,
porque estamos vivos y paseamos y nos ven y vemos, hasta ese que da vueltas en
el coche que no pagó , para poderlo aparcar en primera fila. Los bañistas se
frotan la cabeza, efectos adversos del agua fría, que crea tentaciones de
pensar y darle al tarro, pero no hay que alarmarse, porque solo es salir y
mirar para arriba y darles el sol en plena cara, que ya empiezan a saludar , con
la mano puesta de visera y la otra de bisagra, que en Cádiz somos muy
saludones, muy ufanos y fiesteros y el uno de mayo , empaquetado en mitá de
semana , es de todo menos desaprovechable, siempre que haya sol y ganas en los
pies, de pasearte.
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