viernes, 22 de marzo de 2013

LOS ORDENADORES DE BÁRCENAS


 Recuerdo una noticia, hace ya bastante tiempo, de que Prada, el que fuera premio Planeta, dijo haber sido víctima del robo de su portátil, estando él dando una conferencia.                                                                                                                                     El hecho era normal, robos, había y hay por desgracia muchos, pero lo suculento del asunto era que en el portátil estaba su última novela. No recuerdo bien cómo acabó el asunto, pero sí sé que lo que se pierde tiene un valor añadido, porque lo engrandecemos tras su desaparición, pareciéndonos la pieza más valiosa de nuestra vida.                                                                                                                                                     En el caso de Bárcenas, los jugosos portátiles, son dos y sí se sabe donde están, porque lo han reconocido públicamente, declarando los representantes del partido del gobierno, que  están, bajo su tutela , porque se duda de que sean de propiedad del antiguo tesorero.                                                                                    Se han puesto denuncias mutuas como los divorciados y tienen a los juzgados más desvaídos que los colaboradores del “Sálvame”, que ahora andan más calmados desde que Lidia lozano anda haciendo acrobacias y teatro, en las piscinas de” mira quién salta”.                                                                                                                                    A mí una vez, de niña, se me perdió un bolso de Ubrique, que adoraba, de esos que son de pieles de colores diferentes, enganchadas como un mosaico y que me había regalado mi padre, totalmente impropio de mi edad, pero en el que metía de todo, hasta una preciada radio, que me distraía cuando íbamos a pescar en familia,  a los espigones costeros.                                                                                                                             En una de esas bocas de piedra, una tarde de primavera, aposentada leyendo, se me resbaló el bolso y fue a dar , voltereta tras volteada, con sus pieles, en mar abierto. No lo volví a ver y ya se imaginarán la bronca que me echó mi padre, que me había dicho mil veces -con razón- que eso pasaría. Siempre, a lo largo de los años, imaginé volver a ver aquel bolso y su contenido, refugiado de la salitre y la podredumbre , que le habría regalado la mar, con sus imperecederos tesoros dentro.                                                                                            Supongo que Bárcenas también sueña con ver sus ordenadores de vuelta, porque guarda tesoros dentro del ombligo de esos portátiles, como puede ser música, como yo guardaba mi pequeñita radio o restos de dinerito, como yo guardaba pesetillas en un mini monedero y puede ser también, que otras cosas de poco valor para algunos, pero que seguro son , para el que las atesora, de inigualable importancia.                                                             Como trabajo el cuento, no sé si Prada encontró esa novela a medias, porque tenía copia, si hizo otra novela empezando de ese hecho o si todo era producto de una estrategia publicitaria. Tampoco sé qué interés puede tener un partido en el gobierno, en  unos portátiles, que se suponían de un señor, que estaban con las cosas de ese señor, pero que no se devuelven, porque dicen no estar seguro por completo de dicha propiedad. Lo que sí sé es que mi bolso no regresó nunca, ni vino nadie a devolverlo, ni la marea, ni la resaca, ni la madre que las pariera. 

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