Discúlpenme que no sonría
cuando veo el video de súper-Antonio, porque yo he estado en la otra cara de la
luna y me llegan ecos de nombres como Miguel , Raquel, Natalia,
Francis o Alicia. Los colegios
públicos son integradores, los políticos presumen de ello e incluso los padres
lo toleramos como un mal menor. La integración no debería ser una moda, sino un
hecho de convivencia, algo que nos demostrase, no que ellos pueden, sino que
nosotros , como sociedad, podemos, que todos juntos podemos. Pero en realidad,
los niños con una integración especial, niños con capacidades mermadas , no ya física,
sino mentalmente, se las ven y se las desean para que la educación no se los
trague y encuentren medios suficientes para sobrevivir y sacar cabeza sobre un
mar de inclemencias. Perdonen mi pesimismo, pero he estado en el otro lado de la
luna, he visto a padres llorar y a niños como Súper Antonio dejar de ser niños
y convertirse en adolescentes y terminar primaria y pasar a un limbo educativo,
para luego terminar como Raquel ,vendiendo huevos de Lodemar en Afanas, que no está
mal, todo lo contrario, pero que no dice nada de nuestra educación para todos, más
que nos gustan los sueños, las buenas palabras y muy poco las realidades
cotidianas. No siento quedarme con los padres que sufren, con los que caminan
al lado de sus hijos día a día y con los que se encorajan con su suerte , con
los que piensan en lo que hubiera sido y aún así se levantan y siguen luchando. Entiendo que en tiempos de
crisis , donde la sonrisa se nos seca en la boca , queramos soñar y vemos en súper-
Antonio alguien que puede porque se ve que puede , aunque esté anclado en una
silla de ruedas y diagnosticado con parálisis cerebral, pero deberían ver como
yo he visto enfermos de parálisis cerebral , abatidos en su silla de ruedas,
casi sin poder hablar o tragar como Natalia, con sus padres siempre cerca,
siempre cariñosos, llorándola en su funeral, porque no llegó a los diecisiete ,
ni pudo jamás incorporarse, ni expresar cuánto quería a su madre. Me encantan
los finales felices, los videos que nos hacen reflexionar, pero hagámoslo
pensando en ellos, no en nosotros , que somos demasiado dados a ponernos a dos
patas y echar a andar, especie que quizás en Atapuerca sabía lo que era un clan
y cómo protegerlo, pero que ahora ha aprendido a medrar, palabra maravillosa
para muchos , pero no para Reyes,con un hijo especial de siete años, con el que
algunos niños en el recreo no quieren jugar. Estoy con los padres , siempre
estaré con los padres, porque los he visto llorar, los he visto maldecir y
suspirar, por la hipocresía imperante , por aporrear puertas que no se abren y
por volver, aún así a luchar. Muchas veces no hace falta ser un héroe, solo llamarse
papá o mamá.
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