jueves, 10 de enero de 2013

EL RETORNO


Los que se fueron se nos hacen más presentes en los calendarios caducos, en las hojas arrojadas al poniente que barrena esperanzas y sustentos. Pero tenemos a los niños, que nos abren las esperanzas y nos calientan corazones, que estimulan el apetito por cosas intangibles que creíamos perdidas como la bonanza o el pleno empleo. Seguramente por ello, por esa conjunción mágica de ver a través de los ojos que no han visto y sentir nostalgia por los ojos que ya no revivirán, para nuestra desgracia, las vacaciones navideñas son algo más que retornar a casa o dar merecido reposo a los maestros, son tiempo de descuento, vida tras la muerte agotadora que dan las noticias patéticas y diarias y los muertos tirados al vacío que dejan de ser noticia, porque ya no afectan a nadie.                                                                                                                                         Duele volver porque no tenemos hecho el cuerpo a la esclavitud de unos horarios y unas reglas, porque cuesta que nos paguen cuando trabajamos y cuesta estar en el paro y verle los hocicos al lobo, porque no nos gusta encajar los golpes de un destino duro y de rebajas , que se ha puesto de moda con consumismo a tope, aunque no tengamos ni para echar en el cesto de la compra, mientras televisiones enlatadas en circos mediáticos, nos hacen reír con encías sin dientes.                                                                                          Todos tenemos ya nuestro pobre a pie de puerta, todos hemos dejado de pagar la luz, el agua o tememos por nuestro futuro en forma de temido despido o desahucio, porque como en el monopoly estamos en un juego que no se hizo para nosotros , porque ni somos gato ni ratón y lo más que queremos es salir del laberinto , enfrentarnos con el científico loco y darle dos buenas yoyas, por experimentar con nuestra existencia.                                                                           

 Ahora todo se hace via internet, los amigos, los ligues, las compras y hasta los partidos políticos , en un mundo tan reseco de verdades en el que ya nada nos asusta , ni nos supera y a la vez , lo más insignificante,  nos hace frágiles y débiles. Quizás fuera hora de mirarlos a ellos, a los que resistieron las  pruebas más duras, los que pudieron, forjados en mano contra mano, a trabajar, a salir de los baches, a cosechar y labrar nuestro futuro, con crisis, con malos gobernantes y con poco dinero. Quizás fuera hora de recostarnos cerca de sus cálidos cuerpos, abrazados a los nuestros , en esas mañanas eternas de navidad, para verlos sonreír dormidos y creer -como ellos -que todo se salva con abrir los ojos y desearlo.                                                                                               Los que se fueron se nos hacen más presentes a los que tenemos niños en casa, se nos hacen presentes –quizás-porque el calendario no para y las hojas caen –de él-aun no siendo otoño, contándonos el secreto de que todo es perdurable, lo primero nosotros, pero también la levedad de los gobernantes, su vaciedad o su poder terreno. No creemos en lo eterno, porque mecemos nuestros sueños, en los abrazos de los nuestros.

2 comentarios:

  1. La realidad líquida nos está ahogando.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. y la sólida y la aérea, no nos enseñaron a vivir esta realidad y se nos atraganta por enteros

      Eliminar