El mundo está convulso,
porque nuestros pequeños microcosmos se alteran. Ya no es noticia que alguien
se suicide cuando le vienen a embargar el piso, aunque aún nos suene,
amargándonos la garganta , el nombre de Amaia, porque fue la primera.
No es raro , porque ,
a mí , me hierve-aún- el nombre de Ana Orantes que debe llevar casi veinte años
masacrada y unidas a su estela , decenas de ellas, que perdieron identidad en
la batalla sin nombre , sino con género de despedida mortal.
Ya nos asustan bien
poco, las colas en los bancos de alimentos, los pobres de quita y pon y los
supermercados vacíos, ya no nos asusta sino el yo propio, definido a nuestra
escala de uno por uno, situada en nuestra geografía particular de ser nosotros,
nuestro único dios , en la tierra que pisamos. Podríamos
enumerar las cosas que hacemos y contárselas al mundo, porque queremos que el
mundo espere por nosotros, viva por nosotros y nuestro segundo de inmortalidad
se convierta en eterno, queriendo ser dioses de la inmundicia si hace falta y
vendiéndonos al mejor postor, para ello.
La
tecnología se apodera de nuestras vidas, nos hace personajes, no solo a esos
que le venden cuerpo, alma y desarrollo existencial , colaborando en memeces de
toda clase, sino a todos los que vertemos en la red lo que somos, lo que
pensamos y lo que es peor, lo que
sentimos. Nada
nos hace más reales que la irrealidad de amigos que no conocemos, de gente a la
que no la escuchamos bostezar , ni tirar del cuello de la cadena , ni amarrarse
a nuestra vida, porque no hay nada más real que los cuentos de hadas que nos
contaban, nuestros mayores , en las cándidas tardes del verano eterno de
nuestra niñez.
Somos
muchos los que hemos aparcado la esperanza, los que la hemos suplido con la
fantasía de que nuestra vida privada, puede sacarnos del barro de la mundanidad
y el despego, pero no estamos seguros, no lo estamos porque nos invaden los
tiburones, nos sitian los osos polares y solo somos salmones que queremos
llegar río arriba -contra todos -para desovar en paz nuestra progenie.
Ya no
importa que alguien se suicide, sin hacer el salto del Ángel al vacío, que se
cosa a una mujer más, a puñaladas o que se maté al ozono con su pira, ni siquiera
que llegue Caballero Bonald, porque los poetas se mueren de abatimiento y
tienen que pelear por llevarse un mendrugo de gloria a la boca seca. En este
mundo convulso, ya no importa más que medrar, desasistidos de la gran pamema
que era el subidón económico, la bonanza social y el todos podremos, porque un idiota
dijo..”yo lo valgo”.
Se cayeron los
pisos estrellas, que se iban a revalorizar haciéndonos de oro la vejez, se
fueron a los contenedores de basuras los créditos millonarios que pedimos para
ellos y ahora se reciclan en despidos y
deudas , más deudas y más deudas , que hay que pagar. Porque siempre alguien
tiene que pagar, a los antidisturbios dando palos, a los médicos bailando bajo
la inseguridad de perderlo todo, mientras internet se colapsa de gusto, batiendo
palmas, porque alguien siempre gana cuando tantos pierden, alguien que sabe
bien cómo hay que hacer para ganar, haciéndose de su capa un sayo, de sus
cuentas un paraíso fiscal y de los pobres tontos que sobrevivimos, corderos, que sacarnos a pasear, como Cíclope , a Ulises,
antes de que le entre la necesidad y nos devore , poco a poco, porque no nos
unimos , ni lo cegamos, para poder- juntos -escapar a mar abierta y volver a luchar.
Lástima
de fábulas griegas, lástima de Esopo, lástima de Homero, lástima de Grecia y su
precariedad , lástima de todos nosotros, pisadores de mundo conocido,
visionarios de estrellas fugaces, saqueadores de mundos por venir y plaga que
carcome, destruye y destroza, casi todo lo que toca o lo que es mucho peor, lo
que se atreve a soñar.
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