Ya vemos ,en las
estanterías de los supermercados, los presagios de las Navidades futuras, con sus turrones llenos de azúcar,
con golosinas envueltas en celofán y calendarios de adviento que harían
sonrojar a María. Nos podrían dar un mensaje de normalidad, de gasto deseado,
de prosperidad, pero no, porque a la vuelta de la esquina, el burguer de los
anuncios en el plasma, nos lleva a la realidad de mesas desiertas en Halloween
y eso que hasta regalan películas. Solo un pequeño Drácula se comía, la otra
tarde, parsimoniamente, su menú, de casi cuatro euros, mientras su madre lo
miraba con esa resignación que se nos pone cuando llevamos a los niños ,
disfrazados, de la mano, a ver qué nos da la tarde- noche , de socorro, a sus
caprichos.
Ya
les comenté que los hábitos de los cumpleaños habían cambiado, que ya no se dan
esas macro-fiestas que más parecían pequeñas bodas o comuniones adelantadas, porque
la crisis nos ha torpedeado con el Iva, con los empleos fugados, con los
recortables a pie de casa de vecino. No es que me queje que no soy muy dada a
esos dispendios, pero es que parece presagio funesto para lo que se acerca.
Porque no se me engañen , no hay dinero, no hay alegría, no hay nada… No es
nada nuevo, por otro lado, porque el año pasado ya fue malo, solo que éste será
peor , por mucho que quieran algunos endulzarnos la píldora y ver brotes verdes , donde solo hay gente
paralizada por el miedo, amargada por la incertidumbre y esperando ser el
siguiente en la lista final de los desahuciados. Y estamos –ya-muy hartos de
que nos hagan oídos sordos a nuestra ruina, de que lleguen y se vayan con
coches oficiales que pagamos todos, que no se rebajen los sueldos , que emerjan
a costa de nuestros impuestos y nuestra miseria, de que nos echen culpas de
casi todo, de que nos quieran jubilar, el que tenga la suerte de jubilarse, con
más años que Matusalén.
Bebemos incertidumbre, nos
asfixiamos con ese IVA que nos rezuma a cada paso que damos, recaudado gracias
a nuestras espaldas y nuestro paupérrimo ahorro, riéndose de cómo lo hacemos , gracias
al caldo de puchero y a no cambiarle ni los cuadernos a los niños y de haber
bajado nuestro nivel de vida a cotas inimaginable. La gente está
llorando lágrimas de sangre, tanto que en el pasado Halloween no les ha hecho
falta a algunos ni disfrazarse, porque ya nos dan miedo y no les miramos siquiera
, porque tememos pánico a contagiarnos de pobreza extrema, de pérdida de
trabajo en ciernes, de desahucio de vida, de postular por bancos infames , para
intentar , no recuperar tu casa, que eso ya ni se predica en el enunciado, sino de que te den esa misma casa que casi
pagaste , por un alquiler social , para que tus hijos tengan un techo en el que
refugiarse, cuando venga , aún más,el frío. Queremos
sobrevivir, pero no nos dejan y quitan más y más empleo, ya hasta público, el
último reducto de nuestras esperanzas patrias, que veíamos con más gusto sacar
unas oposiciones, aunque fuera contratado , que ganar en la lotería un buen
pico. Hacemos colas tétricas en Doña Manolita, de varias horas, para recoger
algo de esperanza,porque echan más y mas gente a la calle y a eso le llaman
flexibilizar el mercado laboral, cuando algunos les llamamos jorobar la marrana,
por ser algo finos y que no son digan- encima- que nos pasamos tres pueblos.
Somos honrados trabajadores en paro
forzado, que queremos dejar de serlo, pero ellos – escoria política-nos
transmutan , matándonos el futuro, condenándonos a lo incierto. Querríamos
convertir a esas estatuas de mármol , que nos miran riéndose de nosotros , en
civiles caminantes de calles vacías, frías de invierno, de lluvias heladas, de
indignación latente, para que se paseasen en huesos pelados , sin coches ,ni
chóferes , sin sueldo oficial pagado por el gobierno, para que vieran- de una
buena vez -por nuestros ojos cansados, por nuestros músculos enfermos, lo duro
que es morir encerrados en nuestros cuerpos.
Estando de acuerdo en el diagnóstico, no sé si no estamos focalizando demasiado la culpabilidad en los políticos. Ellos son los mandados. No por nosotros, que en teoría los hemos nombrado, sino por los poderes económicos. Es el sistema el que es culpable. Los políticos son los tontos útiles. Nosotros, los tontos sin más.
ResponderEliminarSaludos.
Totalmente de acuerdo, eres un lujazo de visitante y una visión certera en tus comentarios.Lo dicho un placer tu compañía
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