jueves, 8 de noviembre de 2012

HACERSE EL IDIOTA


Para ser feliz en la vida lo mejor es ser idiota, si no puedes , porque el intelecto te juega malas pasadas, puedes disimular serlo. No es mío, es de Freud, pero lo comparto…los idiotas, tienen la habilidad de dejarnos con la boca abierta, no importa si están a nuestro lado en la parada del autobús dictando las medidas que deberíamos tomar para acabar con la crisis o pasándonos, casi arrollándonos, cuando intentamos cruzar el paso de peatones, con los niños.                                                                                                           Había una americana, de origen asiático, con un coche enorme, que cruzaba los pasos de peatones bajando de la base al Puerto , como si fuera Alonso. Después , al verte casi atropellada y acordándote de los antepasados de su estirpe, juntaba ambas manos, para lo que soltaba el volante y pedía un perdón, que tú le indicabas, por dónde podía meterse. Pero al día siguiente, igual, hasta que un día ya no volvió, no se sabe si porque se chocó contra un camión , que no vio sus disculpas o porque la destinaron a otra base.                     El mundo está lleno de gente como ella, gente, que cuando todos escuchan a la tutora de los niños se pone a charlar con el de al lado, molestando.  A la salida te pregunta que qué tonterías ha dicho la tutora y tú encimas tienes que perder el tiempo explicándoselo. A ver quién más idiota. Hubo quienes iban a votar para que se fuera la crisis a hacer puñeta y viniera el pleno empleo y los que decían que echando a los emigrantes ya habría trabajo. También están los que confiaron en los bancos y les vendieron su vida, los que soñaron con que llegaría una ley para parar los desahucios, los que vivieron ese ultimo día, bajo techo a su nombre y del banco, como si les fuera la vida en ello, yéndoseles , cuando se tiraron por la ventana, dejando gente a su cargo, sola y destrozada. Están los que matan a una madre y se arrojan después al vacío, diciendo que lo hacen por amor, los que disparan y asesinan, los que coartan libertades, los que ponen tiritas en la boca o vendas en los ojos, para que la realidad no se vea, no se escuche y no se sienta, cuando la verdad es como la lluvia persistente , que forma caudales e inunda y arrasa lo que contra ella, se impone. En realidad , para ser feliz hace falta muy poco… cerrar los ojos, la boca y el corazón, no ver cómo se está desmoronando todo y las tiendas cierran, se vende medio país y no llegamos con lo poco que nos queda. No estaría mal, para ayudarnos a alcanzar ese culmen de felicidad, apagar los noticiarios, no contrastar periódicos, ni formar opinión, jamás ir a protestar, ni reclamar por tus derechos y lo más , de lo más, tumbarnos a esperar que nos dijeran qué hacer y cómo deberíamos hacerlo. Porque ser salmón, se lo digo, mata.  

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