sábado, 5 de mayo de 2012

LA MADRE QUE NO TE PARIÓ

Has llegado a los catorce y ves que el mundo no te lo puedes poner por montera. Ya te has dado cuenta de que la vida aprieta y te hace más daño mirar atrás y compadecerte, que airear la cara al viento de levante, porque es duro, infinitamente más duro y doloroso, que hacerte la cera en el bigote. Eres niña y te crees mujer, porque los pechos despuntan solos y los que antes no te hacían ni caso, ahora se vuelven de soslayo al pasar tú, por los pasillos del instituto. Quizás por eso la miras a ella, entre arrogante y enfadada, porque piensas que no te quiere lo bastante, que no te mima lo bastante o que no se preocupa de ti, como sólo tú te mereces. Te enfadas luego, te enfurruñas y le gritas y te vas a tu habitación dando un portazo y sintiéndote miserable y mala, porque en el fondo la quieres más que a tu vida y sin ella no eres absolutamente nada. No eres tú la que la insulta y le chilla, son tu boca, tus manos las que la empujan para que te deje tranquila y no te diga lo que no quieres escuchar , que aún eres pequeña para tantas liberalidades o que estudies , que en ello va tu futuro. Tú solo quieres volar, olvidándote de todo lo demás, volar sin alas, donde no haya más que cielo y tierra , sin gente que te agobie, sin recuerdos dolorosos, a costa de quien sea. Pero lo que no sabes, es que son las hormonas las que hablan por ti y te engañan secreteándote que ella te mira de reojo y no es porque se preocupe por ti, sino porque ya no te quiere. Siempre te lo has temido, desde que supiste que eras adoptada y lo viste con tus propios ojos en el certificado de nacimiento y lo oíste decir a un compañero en el recreo, al pasar por tu lado, llamándotelo como un insulto. Lo has superado o eso crees tú, porque la psicóloga que ha contratado- muerta de miedo por ti- tu madre, dice que estás en ello y al decirlo lo que de verdad quiere decir es que estás en llamas ,como el Coloso o en plena erupción, de hacerte a ti misma, que es la adolescencia. Lo mismo es que no te acuerdas de cómo fue el embarazo de cuatro años que llevó a tus padres hacia ti, lo mismo es que ya se te han olvidado los besos y los abrazos que recibiste al llegar hasta ellos o los juguetes que tenían preparados los de la peña donde tus padres iban a sofocar paciencia , porque se les hacia eterna la espera de no tenerte. Después, cuando llegaste, se pasaron noches en vela a tu lado que les parecieron días gozosos y alternaron paciencia infinita, cada vez, que llegabas del colegio con una pega, con la satisfacción de saber que eras su hija. Ahora tienes asumido que él es tu padre , que siempre lo ha sido, pero en cambio la conjeturas a ella, porque cuando te dolió tanto que llorabas cada noche preguntando porque no te había querido quién te había parido, te dijeron que lo mismo no podía tenerte a su lado, y ahora que estás en la edad de ver todas las cosas con cinco patas, le dices a ella , que tanto te quiere , que lo mismo los dejas para ir a buscar a tu verdadera madre. Ella nunca te lo dirá , pero muerde la almohada para que no la escuches llorar y reza, ella que es agnóstica, para que el sol vuelva a tu vida y si supiera que esa mujer que te pario te iba a querer solo la mitad que ella , la buscaría y la agarraría y la llevaría contigo, solo para que fueras feliz o rieras como hacías de pequeña.
Porque ella no te quiere ,sino que eres su vida, su sentido de la vida, su hija querida, su hija venida de otras entrañas y parida solo para ella, que vive para abrazarte y quererte como siempre deseaste que lo hicieran. Lo mismo será por la psicóloga o porque te vas dando cuenta , pero hoy te has levantado temprano y te has puesto a estudiar y cuando ella ha acudido a tu lado le has dicho que en la cocina estaba el desayuno preparado y cuando ya se iba asombrada , le has musitado un leve “te quiero , mamá” que a ella le ha atravesado el alma y la ha quebrado por entero, tanto que ha dado un traspiés y has tenido que levantarte deprisa para cogerla y fundirte en un abrazo , con ella.

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