viernes, 23 de marzo de 2012

EL PUERTA DEL MAR


Desde sus ventanas se ve hacerse la Avenida como recién lavada. El Ficus enorme que hay en uno de los patios, verdea el cemento encalado y las ventanas traen expurgaciones de otras vidas y otras enfermedades, diferentes a la tuya.

No eres persona, eres enfermo y lo sabes, solo subes las escaleras que nadie sube , aunque un cartel rece que es mejor para tu salud y que los tramos de tres repartidos en pisos de diez, estén limpios y aseados sin colillas , ni alquitranes , gracias a “los humos fuera” que impulsaron los socialistas.

Nada de volutas ascendiendo a tropel por los huecos de escalera, nada de gente al lado de la puerta expeliendo humo de vendetta, de cánceres lejanos o a la espera, introduciéndose por el organismo, mientras el fumador, obsoleto, dice, como el avestruz , que su vida es la que cuenta y que se la gasta en la ruleta.

Los pasillos son blanquecinas oscilaciones de puertas contrapuestas, la gente de bata blanca o verde, hipotéticas figuras de rostro humano cambiante, de voz alterada y pasos cansinos y rotos, porque el cansancio apremia y las horas y los turnos y es lo que hay en sanidad, por mucho que digan que es vocacional y más trompetas.

Las bandejas de las comidas van en carritos, la abuela va en carrito tacataca y los enfermos a la habitación en cama con rueda o en camilla rodada, que , para colmo, es igual , porque si los de las batas blancas o verdes se pusieran patines, todo el Puerta del Mar giraría como en danza , cabeceando y cimbreándose, como bailarina al compás del viento de levante que viene del Balneario y que esquinea en el Nebrasca, aleteando en las Flores y expeliendo un aliento a cazón en adobo y boquerones fritos.

Seguro que su majestad de los mares del Norte, no degustó semejantes platillos en su visita al casco antiguo y sí en cambio se jartó de discursos y es por ello, causa y razón de que ande triste y abatido y que pierda el sueño por el paro juvenil y por ello que los viejos jubilados, los parados y otras ramas gaditanas , como chirigoteros, periodistas sin nada que escribir y solteros de buen ver, vayan por las aceras de nuestro solar patriotero, rezumaditos de belleza natural, enchirlotados de tragedia griega, pero de buen ver y mejor catar, para mayor gloria de todos los que los conocemos.

Cuando entras en el puerta del mar, no eres persona, eres enfermo o acompañante o visitante o vistes bata blanca o verde, para lo que da, porque el aliento de la mole de cemento y hierro , es diferente y asmático, borrascoso y tenue, y la gente lo sabe y habla bajo o entrecala risas nerviosas , porque hay algo que los acojona y derrota, puede que la eterna lucha de los comic o los ojos enfebrecidos de los mártires , aparecidos en los cuadros de cualquier capilla que se precie, es el duelo entre la muerte y la vida, que se gana, en un suspiro o se pierde, en una ráfaga de mala suerte.

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