jueves, 12 de enero de 2012

MARRÓN GLACÉ



Después del roscón de Reyes, la sangre se nos ha escaldado, porque vemos las barbas remojar y no precisamente las de Rajoy, lo mismo sí las de Rubalcaba.

Nos van a subir los impuestos y seremos mucho más pobres con hijos que alimentar, educar y sin podernos sacar oposiciones, ni buscar un precario trabajo, que no se encuentra aunque las colas del INEm, estén más llenas que las de los botellones.

No sabemos si estamos en una película de ciencia ficción y se nos niega la salida del cine, para devolvernos a la realidad que teníamos de gente que vendía pisos de protección oficial como si fueran chalets en Marbella y gente que se endeudaba hasta las trancas y bancos que sonreían cuando ahora lloran su infortunio.

No sabemos qué ha pasado, ciertamente no lo sabemos, supongo que tampoco el Rey , que se debe ver en los cortos del intermedio entre acongojado y descojonado, porque los chistes sobre ti mismo es lo que tienen, cuando dicen la verdad y no les ves la gracia , porque te tocan el bazo y te lo estrujan hasta hacerte llorar.

Nos levantamos cada día para ir al trabajar soñando con que no nos despidan, con que la empresa que nos da de comer, no se vaya al garete o no hagan un ERE sorpresa y nos digan que los que sobramos somos nosotros, porque los chinos lo hacen más barato o porque un compañero, sin cualificar y marciano, va a cobrar la mitad que nosotros y encima sabe inglés de Harvard.

Nos hemos acostumbrado a la perentoriedad, a la ubicuidad de hacerlo todo, casi por nada, a volvernos descreídos, a jorobarnos con la boca cerrada y el hocico mirando al cielo y ni maldecimos en arameo, porque se nos han secado las ganas, hasta de maldecir.


Así que ahora rezamos aunque seamos ateos, pedimos al infinito -y muchos más lejos- por los milagros cotidianos de que un imbécil no coja el coche y nos lo estampe en nuestro camino, de que alguien no se levante cabreado y diga que somos una ruina y nos echen a la calle con dos patadas y paupérrimo despido, porque los sindicatos no se bajen los pantalones , porque Rajoy no busque formulas para pagar lo que no debemos y nos apriete las tripas sacándonoslas por el gaznate y nos conformemos sin vacaciones, sin jubilaciones, sin dinero y sin gloria.

Nos hemos hecho -de tanto aguantar –pasotas y melindrosos y aún nos dicen los entendidos, quizás riéndose en nuestra cara, que saldremos de ésta igual que de tantas otras, como país y como pueblo. Jodido país y jodido pueblo que llora con nanas de cebolla y come pan duro a la puerta de la iglesia, con mujeres de luto perpetuo y maltratadores a coche y sin él, que se arrojan al vacío, después de haber asestado tremenda y certera puñalada.

Aún nos queda mucho por andar, porque no hemos encontrado Ítaca, lo mismo porque se la ha tragado un tsunami y no hemos tenido noticias de ello, porque andábamos luchando con las sirenas, Cíclope o los vientos alisios que nos intentaban hacer naufragar.

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